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Enfermedades visuales infantiles

Ojo vago o ambliopía

La ambliopía u ojo vagoes una de las principales causas de pérdida de visión irrecuperable en los países desarrollados.

Esto puede ser debido a un defecto refractivo (miopía, hipermetropía, astigmatismo), a un estrabismo, a una catarata, o a cualquier defecto que no permita recibir al ojo una imagen suficientemente nítida.

Estrabismo infantil

 El estrabismo infantil es la desviación anormal de uno o ambos ojos del niño en alguna de las posiciones de la mirada.

Se pierde el paralelismo de los ejes oculares lo que provoca una alteración de la visión binocular. Esta falta de alineación hace que ambos ojos no puedan enfocar un mismo punto simultáneamente. Cuando ésto ocurre en la infancia se da un fenómeno de adaptación por el cual el cerebro selecciona la imagen de mejor calidad y desconecta la visión del otro ojo con lo que evita la visión doble que aparecería como consecuencia de no poder ver con ambos ojos exactamente la misma imagen.

Defectos refractivos 

Los defectos refractivos que pueden aparecer desde la infancia son la miopía, el astigmatismo  y la hipermetropía. Provocan una visión desenfocada, sin nitidez. Es muy importante su detección precoz porque pueden condicionar un bajo rendimiento escolar y hay que tener en cuenta que los niños pueden no quejarse, a pesar de estar notando una visión deficiente, por temor a necesitar gafas. 

Obstrucción del lagrimal

La obstrucción lagrimal en la infancia, lo que llamamos dacriocistitis congénita, ocurre cuando la vía lagrimal, que es la vía de eliminación de la lágrima desde el ojo a la nariz, no está completamente formada al nacer, está obstruida. En consecuencia, el niño tiene desde el nacimiento un lagrimeo constante y, en ocasiones, legañas. 

Sabemos que, en la mayoría de los casos, aproximadamente en un 90%, estas obstrucciones se solucionan
durante los primeros meses
 de vida de manera espontánea. Por esto, en principio, llevamos a cabo un tratamiento conservador con masajes en la zona del saco lagrimal y colirios antibióticos cuando sea necesario. Sólo en muy pocos casos en los que no se resuelve la obstrucción con estas medidas, debemos realizar un sondaje lagrimal. 

Durante su diagnóstico es importante descartar el glaucoma congénito, se trata de un glaucoma pediátrico que
tiende a ser bilateral, más frecuente en el sexo masculino y es causado por malformaciones durante el desarrollo (en el trabéculo y estructuras vecinas). Un glaucoma congénito provocará un buftalmo (aumento del diámetro corneal debido
a un aumento de la presión intraocular).

Inflamaciones pediátricas

Las inflamaciones pediátricas más frecuentes son: 

  • La blefaritis es una inflamación del borde palpebral que puede llevar asociadas alteraciones conjuntivales y/o corneales.
  • La conjuntivitis puede surgir por motivos víricos, bacterianos o alergia.
  • La queratitis o úlcera corneal se trata de una inflación corneal por sequedad ocular o provocada por distintas infecciones.
  • La celulitis es una inflamación periorbitaria que requiere un rápido diagnóstico. La causa principal en la infancia es la sinusitis etmoidal.
  • La uveítis es una inflamación intraocular relacionada con la artritis reumatoide juvenil u otros procesos infecciosos. 

Fuente: https://www.oftalvist.es/

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¿Es posible detener el avance de la miopía?

La palabra ‘pandemia’ ha cobrado un especial significado en los últimos meses. Pero, más allá del omnipresente covid-19, en nuestro entorno se están generando, mucho más silenciosamente, otras pandemias que nos asolan sin que a menudo seamos conscientes de ello. Es el caso de la miopía: según los resultados de un informe publicado por el Holden Vision Institute Brien, una de las instituciones oftalmológicas más prestigiosas de Estados Unidos, la mitad de la población mundial, unos 5.000 millones de personas, podría llegar a sufrir miopía en 2050. No es extraño, por tanto, que los profesionales de la salud visual ya estén empezando a hablar de ella como una de las pandemias del siglo XXI. Una pandemia que, además, parece estar afectando en mayor medida a los jóvenes, como se ha confirmado entre la juventud de China, Singapur y otros países asiáticos.

Ahora bien, ¿sabemos qué es realmente la miopía? “Se trata de un defecto refractivo que provoca que el ojo no sea capaz de enfocar objetos lejanos”, explica el doctor Nabil Ragaei Kamel, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Quirónsalud San José. Como consecuencia, añade, “la visión lejana se emborrona, mientras que se mantiene la visión próxima. Por eso, también se define al miope como ‘corto de vista”.

Esta dificultad para enfocar objetos lejanos es la clave, y nos da una pista para entender por qué cada vez hay más casos de miopía. Pensemos que la visión humana no está diseñada para las distancias cortas (nuestros antepasados miraban a lo lejos para cazar y para distinguir los frutos en los árboles), pero en las últimas décadas hemos comenzado a forzar la visión corta: pasamos muchas horas al día ante un ordenador y, lo que es más preocupante, cada vez más tiempo ante la pequeña pantalla de un móvil.

La miopía avanza porque, básicamente, nuestros ojos no están preparados para las necesidades visuales que actualmente requerimos en visión próxima. “Los estudios más recientes —subraya el especialista— nos llevan a pensar que el uso de móviles y ‘tablets’ desde muy jóvenes, así como el aumento de la exigencia académica a edades tempranas, podría provocar un aumento de la miopía”. No solo nuestros ojos tienen que estar haciendo constantes esfuerzos acomodativos para ver de cerca, sino que, también, cada vez se disfruta de menos actividades al aire libre. “Especialmente ahora, dada la situación extraordinaria que estamos viviendo por la aparición del covid-19, ha aumentado aún más el uso de dispositivos móviles y pantallas. Se usan para el estudio, el trabajo y el entretenimiento”.

Hasta hace poco tiempo, ante un sujeto miope, la mayoría de las pautas se limitaban a una corrección óptica ajustada: gafas, lentes de contacto, cirugía refractiva… Se trataba de ir vigilando la progresión en el tiempo, pero sin poder hacer nada por frenarla. Pero la situación ha cambiado, explica el especialista: “Dados los datos actuales de incidencia y progresión de miopía en nuestros jóvenes (y los mayores riesgos de patología asociada a la miopía en función del número de dioptrías creciente), cada vez se están realizando más estudios e investigaciones en busca de posibilidades terapéuticas que, además de corregir el defecto refractivo, frenen también su progresión”.

En este sentido, las investigaciones muestran la importancia del medio ambiente. “Parece ser que no solo la herencia genética influye en el desarrollo de miopía, sino también las condiciones ambientales. Se ha visto cómo hasta seis de cada 10 niños cuyos padres son miopes desarrollarán miopía si no realizan cinco horas mínimas de actividades al aire libre”, apunta el especialista. Aunque la causa por la que esto sucede aún no está claramente establecida, todo parece indicar que existe una relación directa con la exposición a la luz del sol, aunque también podría deberse a que en un ambiente al aire libre necesitamos un menor esfuerzo acomodativo para que el ojo pueda enfocar bien. La recomendación del especialista es que los niños realicen al menos 15 horas de actividades al aire libre a la semana.

Otra medida que se está investigando es el uso de gotas de atropina. Estudios con alta evidencia científica muestran que el uso de la atropina (fármaco anticolinérgico de aplicación tópica ocular) controla la progresión de la miopía. “Los oftalmólogos utilizamos este fármaco, o alguno de sus derivados, para dilatar la pupila y ver el fondo de ojo de nuestros pacientes, así como para objetivar defectos refractivos reales. El problema es que, a las dosis habituales, impiden la visión de cerca y suponen una molestia incapacitante en la visión”. Sin embargo, se ha comprobado que la atropina, a dosis hasta 100 veces inferior a la utilizada en consulta, es efectiva en el control de la progresión de la miopía y no genera estos incómodos efectos adversos.

No está claro el posible efecto rebote tras suspender su uso con el tiempo, pero parece que, a concentraciones tan bajas, la posibilidad de rebote en el aumento de miopía parece irrelevante. “En cualquier caso, es un tratamiento que debe ser pautado y vigilado por un oftalmólogo”.

Hay otras dos medidas que el doctor Ragaei destaca:

  • En primer lugar, la ortoqueratología (Orto-K). «Consiste en usar por la noche lentes de contacto rígidas permeables al gas. Se persigue un doble efecto: por un lado, su tecnología induce durante el sueño un moldeado corneal que hace que, cuando el paciente se retira la lente al levantarse, pueda ver bien sin gafas ni lentillas durante al menos las siguientes 12-15 horas (en función de la graduación previa). Por otro lado, puede conseguir que la miopía progrese entre un 40% y un 50% menos que si se usan gafas o lentillas convencionales». Es decir, si lo esperable en un caso concreto era que la miopía aumentara en torno a una dioptría por año, se podría conseguir que solo aumentara 0,50 dioptrías en el mismo periodo.
  • Otra opción son las lentes de contacto blandas de desenfoque periférico. “Existen ya varios estudios publicados que afirman que, usando este tipo de lentes, la progresión de la miopía resultó un 59% menor que en el grupo de control que no las utilizaba. Asimismo, estas lentes de contacto están aprobadas por la Agencia Americana de Medicamentos (FDA) para su uso en el control de la progresión de la miopía”. Para conseguir este efecto, estas lentes deben utilizarse diariamente durante al menos 10 horas.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/

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México, entre los 20 países con más discapacidad visual

La citometría de flujo es una técnica muy útil en la investigación biomédica y ahora forma parte de los nuevos proyectos de la alianza entre la Unidad de Investigación de APEC-Hospital de la Ceguera con el Departamento de Investigación en Enfermedades Infecciosas (CIENI) del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER). 

Matilde Ruiz, directora de la Unidad de Investigación de la APEC (Asociación para Evitar la Ceguera en México), una institución de asistencia privada sin fines de lucro con más de un siglo de vida, explica que el objetivo de esta alianza es realizar investigación molecular de patología oftalmológica. 

Para ello se requieren instrumentos muy sofisticados, pero el CIENI cuenta con equipo y personal para realizar análisis moleculares muy específicos y trabajar en conjunto. 

De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a pesar de que el 80% de los casos de discapacidad visual son prevenibles o curables, alrededor 2 mil 200 millones de personas en todo el mundo sufren de algún impedimento visual. 

Ruiz precisa que el campo para abordar muchas patologías oftalmológicas es muy amplio y variado, y en nuestro país se requiere más investigación a fondo en el área oftalmológica. 

México se ubica entre los 20 países con mayor número de personas afectadas por discapacidades visuales. Según datos de la Sociedad Mexicana de Oftalmología, más de dos millones de personas viven con alguna deficiencia visual grave y alrededor de 420 mil personas son invidentes. 

La especialista pone el ejemplo de enfermedades autoinmunes oftalmológicas que pueden poner en riesgo la salud visual desde edades muy tempranas, como la llamada pars planitis. “Es una enfermedad muy agresiva que solamente ataca los ojos y puede provocar inflamación, desprendimiento de retina e incluso ceguera”, dice y explica que los niños con esta enfermedad necesitan tratamientos sistémicos durante muchos años de su vida, pero en realidad se sabe muy poco sobre qué células inflamatorias están involucradas para el desarrollo de este padecimiento al interior del ojo. 

“Este tipo de padecimientos solo afectan al ojo y los tratamientos sistémicos, tomados o inyectados, no llegan a controlar efectivamente los procesos infecciosos al interior del ojo. Buscamos analizar las células y ver qué marcadores tienen; identificarlas y tratarlas de atacar específicamente en un futuro”. Subraya que de esta forma se podrán desarrollar terapias más efectivas, como inyecciones intraoculares. Este tipo de tratamientos ya existen para otros padecimientos, como el caso de la degeneración macular en adultos, pero un mayor conocimiento de los procesos celulares involucrados en cada padecimiento, abriría el espectro para tratamientos más focalizados en cada enfermedad. 

Fuente: https://www.elsiglodedurango.com.mx/

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«¿Estamos abocados a una era de ceguera?»

En la primera línea frente a la pérdida de visión. Jacinto Zulueta, cofundador y Presidente de la Asociación Mácula Retina, nació hace 72 años en Barcelona y reside desde hace 20 en Sevilla, de donde es originaria su familia paterna. Fue diagnosticado con Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) hace ocho años. Estudió en las Universidades de Madrid y Turín (Italia) y se ha dedicado al mundo de las publicaciones y de la seguridad informática. Jacinto Zulueta, un referente para oftalmólogos, pacientes y familias en el avance continuo para combatir la ceguera.

–¿Cómo se avanza frente a la ceguera?

–Gracias al magnífico trabajo de investigadores y oftalmólogos hemos llegado a un mejor conocimiento de las enfermedades; tenemos más medicamentos y técnicas para tratarlas, instrumentos para diagnosticarlas. La prevención y la inversión en investigación son los instrumentos necesarios para avanzar en los objetivos que ha señalado la Organización Mundial de la Salud, el principal de ellos, evitar la ceguera evitable.

–¿La ceguera aumenta?

–La población mundial envejece y aumenta la miopía, la retinopatía diabética y la DMAE (degeneración macular asociada a la edad). Según la IAPB (Agencia Internacional de Lucha contra la ceguera) este crecimiento nos lleva a una nueva era de ceguera y discapacidad visual, lo que podría llevar a un triple aumento de la ceguera para 2050.

–¿Se han dado nuevos pasos en el ojo biónico?

–El éxito de los implantes cocleares para las discapacidades auditivas animó a los investigadores a desarrollar tecnologías para discapacidades visuales. Desgraciadamente, los resultados hasta la fecha no han sido tan efectivos. Se ha trabajado en implantes, como el Argus II y similares. Actualmente se busca que los nuevos implantes ofrezcan una mayor resolución y sean mínimamente invasivos.

–¿Otras líneas?

–Merece una mención especial la retina líquida artificial que se está experimentando en el Hospital italiano Sacro Cuore Don Calabria en la que una solución acuosa con nanopartículas en suspensión sustituye a los fotorreceptores dañados.

–Y ¿en terapias celulares?

–Hay avances muy importantes en el trasplante de epitelio pigmentario con ensayos clínicos en humanos y, en esa línea hay que congratularse con el trabajo que está realizando el equipo del Laboratorio de Degeneración de la Retina en el Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa (Cabimer), con su proyecto, que desde nuestra asociación hemos apoyado desde sus comienzos, para el trasplante de epitelio pigmentario de la retina cultivado sobre matriz de fibrina agarosa.

–¿Resultados?

–Hay ya resultados positivos de una prueba de concepto hecha con los clínicos del Hospital Universitario Virgen Macarena. Ahora se trata de realizar un ensayo preclínico de trasplante celular con el objetivo de avanzar hacia una futura terapia de sustitución del epitelio dañado por la degeneración. A medida que avanzan estos tratamientos con células madre, cualquier persona lo suficientemente sana como para soportar la cirugía tendrá la opción de leer, conducir y ver a sus nietos. Sonreír de nuevo.

–¿Se destinan suficientes recursos para investigar?

–Seguimos teniendo muchos casos de discapacidad visual debido a patologías que se pueden prevenir o curar. No se toma en cuenta el coste sociosanitario que suponen los casos de ceguera y de discapacidad visual. En 2021, la Junta de Andalucía ha destinado 6,1 millones de euros procedentes de fondos públicos y privados para proyectos de investigación en salud. Sería muy importante conocer, por ejemplo, los costes generados a consecuencia de la pérdida de productividad e invalidez y confrontar con los recursos que se dedican a investigación. Estoy convencido que estamos haciendo las cosas mal.

–¿Qué dificultades afrontan los pacientes con baja visión en la pandemia?

–Son muchas y de diferente tipo. En primer lugar, las que ya existían antes y que la pandemia ha agravado: la falta de autonomía, el temor y el dolor por la pérdida de la visión. Por otro lado, tenemos las debidas propiamente a la pandemia: la interrupción de los tratamientos y de las revisiones, su ralentización. Las revisiones durante los primeros meses de la pandemia se anularon, así como los tratamientos. Esto ha generado un agravamiento de las patologías con situaciones de pérdida grave e irreversible de la visión. También una mayor dificultad para que las personas con los primeros síntomas accedan al diagnóstico y al tratamiento o a las pruebas específicas.

Fuente: https://www.diariodesevilla.es/

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Por qué hay que detectar el ojo vago antes de los seis años

La ambliopía, también conocida como ojo vago, es la disminución de la agudeza visual de un ojo respecto del otro sin una causa orgánica que lo justifique. Se calcula que afecta al 3% de la población y suele detectarse en la infancia. “Depende de la edad a la que sea detectado puede ser recuperable o no”, indica Pilar Gómez de Liaño, presidenta de la Sociedad Española de Estrabología y Oftalmología Pediátrica (Seeop).

Según Carlos Palomino, jefe del servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid,si no se trata de forma adecuada antes de los seis años es difícilmente recuperable. “Es necesario actuar antes de esa edad; una vez pasada es más difícil moldear la preferencia cerebral por la visión con un solo ojo”.

Carmen Navarro, directora del área terapéutica de Oftalmología de Novartis añade que durante los primeros seis años de vida (a veces llegando hasta los nueve) el sistema visual se desarrolla muy rápidamente. “Las conexiones entre el ojo y el cerebro son creadas durante ese periodo de crecimiento y desarrollo”, apunta.

Gómez de Liaño advierte que no se trata de un trastorno que pueda aparecer en edades intermedias, sino que está presente en el paciente desde el nacimiento. “Y si no se trata a tiempo, se perpetúa a lo largo de toda su vida”, resultando dificultosa o imposible su recuperación. “Por eso, es importante realizar revisiones con el especialista en oftalmología desde edades tempranas”, recuerda la presidenta de la Seeop.

Síntomas y señales de alarma

El jefe de Oftalmología de Quirónsalud comenta que es frecuente que los niños ambliopes tuerzan los ojos o el cuello para fijar la mirada. “Hay que tener especial atención con los niños con estrabismo. Si se observa que el niño no ve apropiadamente, aunque no tuerza la cabeza, se aconseja que se visite al oftalmólogo para una revisión y se observe la diferencia de capacidad visual que tiene entre los ojos”, apunta.

No obstante, no en todos los casos aparecen estos síntomas. “En niños muy pequeños es complicado detectarlo. Solamente la exploración oftalmológica te permite hacer el diagnóstico diferencial”, comenta Gómez de Liaño.

Opciones de tratamiento

Para tratar el ojo vago lo primero que va a hacer el oftalmólogo va a ser graduar al paciente, ponerle gafas y comprobar si a través de esa vía va mejorando la visión. Si mejora, se pautarán revisiones sin tomar otras medidas, pero si no, se comenzará un tratamiento específico.

Los especialistas consultados coinciden en que la principal fórmula a seguir es poner un parche oclusivo en el ojo con mejor visión que obligue a trabajar al ambliope, a la que se pueden añadir ejercicios de refuerzo. “Hay corrientes sobre tratamientos con ejercicios visuales para mejorar esta afección, pero eso no suele evitar la necesidad de la oclusión del ojo con mejor vista”, indica Palomino.

Gómez de Liaño afirma que también se puede penalizar al ojo bueno con una menor graduación en los cristales de las gafas, o con filtros que se pegan en el cristal y que impiden la visión, haciendo que el ojo vago trabaje con mayor intensidad. “Hay casos en los que el ojo está muy metido hacia dentro y hay que operarlo primero para ponerlo recto, pero es muy poco frecuente”.

La presidenta de la Seeop recalca que ninguna de estas vías sustituye al uso del parche. También puntualiza cómo ha cambiado esta terapia en los últimos años. “Antiguamente se hacía una oclusión total, constante, permanente y muy agresiva, pero los últimos trabajos publicados explican que con oclusiones menos intensas también se puede obtener buenos resultados”.

Es decir, en vez de tapar el ojo de forma continua, se ajusta un uso horario diario dependiendo de la gravedad de cada caso. “Cuanto más grave, más horas al día debe estar tapado”.

Fuente: https://cuidateplus.marca.com/

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Sí, la conjuntivitis puede ser un síntoma de coronavirus

A los síntomas, ya casi clásicos, del coronavirus, como son la tos seca, la fiebre, el cansancio generalizado o la dificultad para respirar (disnea) y a otros menos frecuentes pero también presentes en los pacientes, como el dolor de cabeza, la congestión nasal, el dolor de garganta, la diarrea, la pérdida del gusto o del olfato y las manifestaciones cutáneas en los dedos de las manos o de los pies, un estudio español viene a sumarle uno más: la conjuntivitis. 

Aunque ya había varios estudios que apuntaban a que esta afección era un síntoma, y así lo refleja la Organización Mundial de la Salud en su listado, esta nueva investigación viene a confirmar que, aunque no es uno de los más frecuentes, algo más de uno de cada diez pacientes con la infección tiene síntomas asociados a la conjuntivitis. Así lo explica a CuídatePlus Noemí Güemes, residente del Servicio de Oftalmología del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, y una de las autoras de esta nueva investigación que se publica en Graefe´s Archive for Clinical and Experimental Ophtalmology.

Los investigadores del Clínico quisieron averiguar cuán frecuente era la conjuntivitis en pacientes con infección por Covid-19, puesto que es una de los motivos más frecuentes en las consultas de Oftalmología en personas sanas. Para averiguarlo analizaron en 301 pacientes ingresados por coronavirus durante los meses fuertes de la pandemia -marzo, abril y mayo- cuántos tenían conjuntivitis y qué características clínicas presentaban “para estudiarlo y diferenciarlo de otro tipo de conjuntivitis y poder hacer un diagnóstico temprano de la infección por coronavirus. De los pacientes, el 11,6% manifestó conjuntivitis en algún momento de la enfermedad”. 

Los síntomas de esta conjuntivitis asociada al coronavirus son similares a los de cualquier otra conjuntivitis vírica:

  • Ojo rojo en uno o en los dos ojos.
  • Lagrimeo.
  • Secreción, aunque menor, al igual que la molestia, que en la conjuntivitis adenovírica. “Muchos pacientes achacan el lagrimeo y los síntomas a los de un catarro habitual”.

Asimismo, muchas de las conjuntivitis en los pacientes con Covid-19 se han resuelto solas, sin necesidad de tratamiento, en 2 ó 4 días, sin secuelas visuales u oculares -infiltrados corneales, membranas o úlceras corneales-. Esto se debe a que en los primeros meses se desconocía su relación con la infección por coronavirus y a que “el acceso a los pacientes estaba muy restringido y pautar un tratamiento para los ojos era complejo”. 

En pacientes no asintomáticos no se puede afirmar a ciencia cierta que la conjuntivitis pueda aparecer como un síntoma. Sin embargo, Güemes apunta que entre los ingresados muchos pacientes comentaron que en los primeros días de la aparición de síntomas del coronavirus sí experimentaron ojos rojos y secreciones. Además, los autores consideran que la frecuencia de la conjuntivitis entre pacientes con Covid-19 puede estar infraestimada.

El coronavirus también se encuentra en el ojo 

Otro estudio del Clínico, y el primero confirmado en Europa, ha concluido que la capacidad de diagnosticar el coronavirus mediante PCR de lágrima y legaña (exudado conjuntival) de momento es muy baja. Aunque aún no se entiende bien el mecanismo por el que esta prueba no sería fiable, Güemes aventura que puede deberse a una comunicación entre el lacrimal “y la vía respiratoria y gastrointestinal. No sabemos cuánto tiempo permanece el coronavirus en el ojo o si la muestra que se obtiene es tan pequeña que la sensibilidad de la PCR no permite detectarlo o quizá porque la muestra se ha realizado en fases tardías de la enfermedad o porque el sistema defensivo del ojo consigue combatirlo”. Dada la dificultad en plena pandemia de realizar todos los análisis, este trabajo se publicó en dos partes en Journal of Infection, en pacientes con coronavirus y conjuntivitis, y en Journal Medical Virology, en pacientes sin conjuntivitis.

Pero uno de los éxitos de este trabajo ha sido determinar que el virus está en el ojo y en las secreciones oculares tanto si existe conjuntivitis como si no. A tenor de esta conclusión, “parece que está bastante claro que el ojo podría tanto ser una vía de acceso del virus como una vía de transmisión” del coronavirus. La córnea y la conjuntiva del ojo tienen receptores ACE2 a los que se une el coronavirus para entrar en el cuerpo humano. Así, si a través de la tos o de las gotitas respiratorias -gotitas de Flügge- el coronavirus llega al ojo podría acceder de esa forma. De ahí la importancia de que el personal sanitario cubra sus ojos con gafas de protección para evitar el contagio. 

Otra forma sería el contacto del ojo con, por ejemplo, una mano contaminada por el coronavirus. “Ahí radica la importancia de la recomendación de no tocarse las mucosas, que serían boca, nariz y ojos”.

Así, si el coronavirus llega al ojo, el siguiente paso sería el acceso al sistema respiratorio a través de la vía lagrimal. Lo que le convertiría en una vía de propagación. 

Marcador de primeros síntomas

Este estudio contará con una carta al editor en la revista científica Atención Primaria como una forma de alertar a los médicos de familia para tengan en cuenta que la conjuntivitis puede ser un signo que alerte de la necesidad de realizar una PCR. “No todo es Covid-19, pero si una persona tiene síntomas sospechosos y, además, tiene una conjuntivitis apoya más la petición de la PCR para poder realizar un diagnóstico más temprano”, concluye Güemes.

Fuente: https://cuidateplus.marca.com/

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Cómo identificar los problemas visuales en los bebés

Los ojos actúan como una cámara de fotos que nos permiten ver el mundo exterior y relacionarnos con nuestro entorno. El recién nacido tiene la visión poco desarrollada, pero madura rápidamente en los primeros meses y casi se ha completado hacia los tres años. De hecho, a partir del primer mes, los bebés empiezan a fijarse en las luces, en los objetos y poco a poco empiezan a seguirlos.

Cuando el ojo no es capaz de enfocar la imagen en la retina surgen los errores de refracción, por lo que es fundamental que desde pequeños los niños acudan a controles de salud infantil que permitan detectar algún problema en la visión y corregirlo lo antes posible.

Sin embargo, ¿cuándo deberían empezar a preocuparse los padres? ¿Hay alguna señal que les ayude a detectar si existe algún problema? Tal y como explica Elena Jarrín, especialista en oftalmología infantil y en estrabismo en los centros oftalmológicos Vissum, la primera señal de alerta la tendrían los padres, si observan que los bebés no consiguen esos progresos (fijarse en luces y objetos y seguirlos). En esas situaciones tendrían que sospechar una posible alteración visual en ambos ojos. “Por otro lado, sospecharemos un problema de visión en un ojo, si el bebé rechaza que se le tape el ojo contrario, si observamos que tuerce el ojo malo o si el reflejo de la luz en la pupila está alterado”, advierte Jarrín.

Entre los problemas oculares que pueden aparecer, la especialista aclara que los más frecuentes en lactantes y niños son los defectos de refracción (la necesidad de gafas), la ambliopía u ojo vago y el estrabismo. Problemas que, en la mayoría de los casos se pueden prevenir realizando revisiones oftalmológicas periódicas en las que los expertos comprobarán que el sistema visual se está desarrollando correctamente y, si existe alguna alteración, la corregirán antes de que se desencaden más problemas.

¿Qué consecuencias tiene si se detectan tarde?

El sistema visual del niño está en continuo desarrollo y maduración. Cuanto antes se detecten y se traten los problemas visuales, mejor podrá desarrollarse su sistema visual”, explica la especialista en oftalmología infantil, quien señala que si estas alteraciones se diagnostican tarde, más difícil será corregirlas y habrá que emplear tratamientos más agresivos durante un periodo de tiempo más extenso. Además, en algunos casos se enlazarán unas deficiencias con otras.

“Por ejemplo, si un niño tiene un defecto refractivo, éste le puede llevar a desarrollar una ambliopía u ojo vago y un estrabismo. Si se ponen las gafas a tiempo, no será necesario tratar el ojo vago con parche y se evitará el estrabismo. Si no se detectan y tratan estas alteraciones precozmente, en muchas ocasiones no se podrán alcanzar resultados óptimos, es decir, una visión del cien por cien con los dos ojos, con un alineamiento correcto y una buena visión tridimensional o estereopsis”, hace hincapié la especialista.

Cuando los expertos detectan el problema pueden aplicar varios tratamientos, tal y como especifica Jarrín:

  • Los defectos de refracción se tratan con gafas, aunque cuando el niño llega a la preadolescencia se puede plantear también el uso de lentes de contacto.
     
  • En el caso de la ambliopía u ojo vago el tratamiento variará dependiendo de las causas. “Las más habituales son la diferencia de graduación entre los dos ojos y el estrabismo. Hay casos más graves y menos frecuentes, como tener alteraciones anatómicas en el ojo que eviten la visualización normal de la imagen: cataratas congénitas, ptosis palpebral o párpado caído, malformaciones de la retina o del nervio óptico, etc.”, explica la experta, quien matiza que en el primer caso, la corrección de la causa sí es posible y, en el segundo, el tratamiento va dirigido a favorecer que el cerebro perciba la imagen del ojo vago penalizando la imagen del ojo bueno, mediante parches, unas gotas que dilatan la pupila (atropina) u otros métodos.
     
  • En cuanto al estrabismo, algunos pueden corregirse con gafas. Si éstas no funcionan, los expertos recurrirán a métodos más agresivos que actúan sobre los músculos extraoculares, como cirugía o inyección de toxina botulínica. 

“Aunque no observen ningún problema visual en sus hijos, recomiendo que los acompañen a revisiones periódicas porque muchas alteraciones son inapreciables; cuanto antes las diagnostiquemos, más sencillo y eficaz será el tratamiento. Además, es fundamental que consulten, si les llama la atención algún comportamiento en sus hijos o si hay antecedentes de problemas visuales en la familia”, concluye la especialista. 

Fuente: https://cuidateplus.marca.com/

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Pautas para prevenir la pérdida de visión por la diabetes

Una diabetes mal controlada desencadena multitud de complicaciones. Una de las más relevantes es la pérdida de visión por retinopatía diabética, que en casos extremos puede llevar a la ceguera total. Sin embargo, existen medidas de prevención y tratamientos que permiten conjurar ese riesgo. Te contamos qué puedes hacer tú y cómo pueden ayudarte los médicos que te tratan.

La afectación ocular se produce por el mismo motivo por el que la diabetes incrementa el riesgo de problemas cardiovasculares o renales, entre otros: la alteración del aparato circulatorio. “El ojo tiene unos vasos sanguíneos muy pequeños -es una circulación capilar- y es uno de los primeros sitios en los que la alteración vascular de la diabetes se asienta”, expone Álvaro Fernández-Vega, director de la Unidad de Retina y Vítreo del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega. “Con una particularidad muy importante -agrega-, que podemos ver esos vasos sanguíneos alterados al natural, mirando el fondo del ojo, algo que no podemos hacer con otros órganos”. Por lo tanto, la revisión oftalmológica del diabético no solo permite evaluar su visión, sino el estado general de su aparato circulatorio.

¿Se puede prevenir la retinopatía diabética?

La afectación de la retina provocada por la diabetes -tanto tipo 1 como tipo 2-, es decir, la retinopatía diabética, se puede prevenir solo en parte. Tal y como explica Rafael Navarro, oftalmólogo especialista en retina del Instituto de Microcirugía Ocular (IMO), “todos los pacientes la acaban padeciendo, incluso los que están bien controlados”. Lo que sí se puede evitar es llegar a un punto en el que la pérdida de visión sea irreversible.

Se producen dos tipos de alteración:

  • Los vasos sanguíneos del ojo se vuelven permeables, pierden líquido y la retina se encharca. Si esa alteración se produce en la parte central de la retina, la mácula, se produce un edema macular diabético, que conlleva una disminución de la agudeza visual.
  • Los vasos sanguíneos se cierran y dejan sin riego a zonas cada vez más amplias de la retina. “Las zonas que se quedan sin riego llaman pidiendo auxilio”, expone Fernández-Vega. “Las células de esas regiones producen unas sustancias, denominadas factores de crecimiento, que atraen vasos sanguíneos hacia la zona”. Lo que sucede es que esos nuevos vasos (neovasos), que se supone que tenían que paliar la falta de riego, acaban haciendo justo lo contrario: lo complican todo mucho más porque son anómalos, están alterados. “Pueden sangrar y también pueden provocar un desprendimiento de retina”, apunta Navarro. Esta fase avanzada de la enfermedad se denomina retinopatía diabética proliferativa.

Qué puedes hacer tú frente a la retinopatía diabética

¿Cómo se puede influir en ese deterioro de la retina para evitar que siga avanzando? De diversas maneras, empezando por la actitud y el estilo de vida del afectado. “El propio paciente tiene mucho que ver en ello: más del 90% del tratamiento de la retinopatía diabética no depende del médico, sino del paciente”, afirma Fernández-Vega. Esto es lo que puede hacer un diabético para cuidar sus ojos:

Control estricto de la glucosa

El control estricto del azúcar (glucosa) en sangre es el principal pilar para evitar las complicaciones propias de la diabetes. “Es muy raro que un diabético que tiene el azúcar bien controlado llegue a tener problemas de visión graves”, asevera Fernández-Vega. El experto puntualiza que la forma más fiable de verificarlo es la determinación de la hemoglobina glicosilada, que informa sobre la media de control de los últimos tres meses. “El paciente tiene que estar concienciado y cumplir las medidas dietéticas y de todo tipo que le indican los médicos que le siguen”. 

Mantener una adecuada tensión arterial

La tensión arterial no debe estar ni muy alta ni muy baja y las cifras aconsejables serán diferentes en función de la edad del paciente, tal y como se establece en las recomendaciones generales para el control de la hipertensión. Es aconsejable que el diabético tenga en casa un dispositivo para tomarse la tensión y lo haga regularmente.

Vigilar el colesterol y los triglicéridos

Los pacientes diabéticos suelen tener alterado el metabolismo del colesterol y los triglicéridos y es muy frecuente que el médico les prescriba medicación para bajar los niveles de estos lípidos en sangre. Cumplir el tratamiento a rajatabla es imperativo.

Adiós al tabaquismo

“El tabaco es tremendamente perjudicial para todo el mundo, pero para el diabético es todavía más dañino”, expone Fernández-Vega. Por esta razón, se suele recomendar que deje de fumar tanto el paciente como su entorno más cercano.

Practicar ejercicio físico

Una persona con diabetes tiene que hacer ejercicio a diario y es importante que sea una actividad que no sobrecargue el corazón. Caminar unos cinco kilómetros al día constituye un ejercicio perfecto, pero hay otras alternativas, como nadar.

Evitar el sobrepeso y la obesidad

También es clave el índice de masa corporal (IMC). Un diabético obeso tiene mayores probabilidades de padecer complicaciones vasculares, entre ellas las oculares. Por eso es importante que su peso se ajuste a las recomendaciones en función de su estatura, sexo y edad. “Pero tiene que ser tirando a fino”, apostilla Fernández-Vega.

Vigilar la anemia

Otro punto importante es el control de la anemia, sobre todo en las mujeres, ya que se asocia a alteraciones de la menstruación. La anemia supone una reducción del oxígeno que transportan las células sanguíneas, lo que en los diabéticos se puede traducir en un aumento de las posibilidades de sufrir retinopatía proliferativa. 

Ojo con la apnea del sueño

La apnea del sueño, es decir, la interrupción de la respiración durante el descanso nocturno, reduce el oxígeno que reciben tanto el cerebro como la retina -que está compuesta por tejido cerebral-, lo que nuevamente aumenta las papeletas para padecer retinopatía proliferativa.  Por eso, los diabéticos que roncan mientras duermen deben hacerse un estudio de apneas nocturnas y, si se comprueba que padecen esas pausas respiratorias, corregirlas. Para ello existen unos aparatos que les ayudan a respirar por la noche, denominados CPAP.

Revisión periódica del fondo de ojo

Las revisiones oftalmológicas periódicas son cruciales para evitar el deterioro de la visión de los diabéticos. Navarro explica las recomendaciones generales: “Se debe hacer un fondo de ojo una vez al año si no hay ninguna lesión en la retina”. Cuando el diabético ya presenta alguna alteración es necesario incrementar la vigilancia: cada cuatro meses. “Y si se aprecian problemas más graves se establecerá la periodicidad más adecuada en función de cada caso”, agrega el oftalmólogo del IMO.

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Veo moscas en el ojo, ¿debo alarmarme?

Algunos problemas de la vista son muy molestos porque producen dolor y enrojecimiento ocular y nos impulsan a acudir al médico de forma inmediata. Es el caso de las conjuntivitis, las uveítis o las queratitis. Pero muchas otras enfermedades presentan “una sintomatología más sutil”, según expone  Álvaro Fernández-Vega Sanz, director de Retina y Vítreo del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega.

Ver cuerpos que flotan en el interior de nuestro ojo -moscas volantes– es algo muy habitual y en la mayoría de los casos no supone un riesgo inminente. El oftalmólogo explica el proceso por el que aparecen esas mosquitas negras: “La cavidad interior del ojo está rellena de un gel (humor vítreo) que tiene condensaciones de colágeno en su interior. En algún momento de nuestra vida, este gel se va a colapsar en el interior de nuestro ojo, haciéndose más pequeño y separándose de las paredes internas, donde está adherida la retina”.

Atención a los cambios bruscos

Ese proceso normal atribuible al envejecimiento produce, en algún momento de nuestra vida, “un cambio brusco en la visualización de esos cuerpos flotantes”. Fernández-Vega reproduce una de las frases más habituales de quienes lo experimentan: “Estaba viendo mis moscas volantes, que ya sé cómo son, y bruscamente empecé a ver algo diferente (más moscas, telarañas, puntitos negros, luces, relampagueos…)”. Es a esa sintomatología a la que hay que prestar especial atención porque, aunque la separación del humor vítreo no va a causar problemas a la mayoría de las personas, “alrededor de un 2% de la población, que tiene las retinas más débiles, va a sufrir una rotura”.

Es crucial tratar la rotura de la retina cuanto antes. “Si la tratamos inmediatamente con láser, podemos prevenir un desprendimiento de la retina”, subraya el especialista.

Otros signos de alerta

Hay otros síntomas visuales que requieren acudir cuanto antes al especialista para evitar problemas graves. Estos son algunos de ellos:

  • Si observamos una deformidad u ondulación en las líneas verticales u horizontales (de azulejos, verjas…) puede ser signo del inicio de un problema en la retina central (la mácula), que puede deberse a una degeneración macular asociada a la edad (DMAE) o a otros problemas, como la maculopatía de los miopes o las membranas epirretinianas maculares.
  • Dolor ocular que se acompaña de un ojo rojo.
  • Cualquier forma de pérdida visual, ya sea brusca o progresiva.

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Cómo darse cuenta de que un niño no ve bien

“Los padres y los educadores somos los responsables de detectar si nuestro hijo ve bien o no. El niño no sabe que ve mal porque no conoce lo que es ver bien. Por eso, estar atentos a determinadas posturas o gestos es de mucha ayuda para poder detectar lo antes posible los problemas de vista”.

Algunos de los síntomas que nos pueden alertar de que algo no va bien son los siguientes: “Si el niño se acerca mucho a la televisión o al papel cuando escribe o dibuja, si inclina la cabeza, guiña los ojos, se cae con frecuencia, si su rendimiento escolar no es el adecuado, si tiene dolores de cabeza frecuentes u orzuelos o le molesta la luz. Hay otros más evidentes, como que no alinea correctamente los ojos (bizquea)”.

Estudian en los niños es la agudeza visual; la capacidad binocular, para confirmar que los dos ojos estén bien coordinados para poder ver bien; y capacidad acomodativa, que es la encargada de hacer un correcto enfoque sin que aparezca cansancio. “Cuando el pequeño guiña un ojo o inclina demasiado la cabeza al leer puede existir anisometropía, una diferencia elevada de graduación entre un ojo y el otro”.

La batería de pistas para reconocer que estamos ante un niño con alguna anomalía visual (como miopíaastigmatismohipermetropía o estrabismo) es la siguiente:

  1. Le cuesta ver bien lo que se escribe o proyecta en la pizarra o en la televisión.
     
  2. Desvía un ojo o se queja de visión doble de manera constante o intermitente.
     
  3. En actividades de cercave doble o borroso de forma ocasional. Después, sufre fatiga constante, nerviosismo o irritabilidad.
     
  4. Presenta una falta de interés por la lectura o pierde el hilo cuando está leyendo. Además, le resulta difícil recordar qué ha leído.
     
  5. Al leer sigue el texto con el dedo, mueve mucho la cabeza o la tuerce. Mezcla las sílabas al leer.
     
  6. La comprensión de la lectura para su edad es baja o, incluso, inexistente. Omite o añade palabras al leer, o también se salta de renglón.
     
  7. Frunce las cejasparpadea excesivamente o presenta otras deformaciones faciales cuando está leyendo.
     
  8. Se tuerce al escribir y/o se sale mucho al colorear.
     
  9. Al fijar la vista en alguna actividad inclina, gira o ladea la cabeza o la espalda.
     
  10. Tiene dolores de cabeza frontales, náuseas o mareos por la tarde o después de desempeñar una tarea de cerca.
     
  11. Sensibilidad exagerada a la luz.
     
  12. Lagrimeo excesivo, ojos rojos o hinchados y se los frota con frecuencia.
     
  13. Da pasos en falso, se cae con frecuencia o avanza la cabeza para ver mejor.
     
  14. Vocaliza en voz baja cuando está leyendo.
     
  15. Se observa una rigidez corporal cuando mira objetos de lejos.
     
  16. Invierte letras o sílabas como, por ejemplo, confundiendo la “o” y la “a”, la “n” y la “m”, la “b” y la “d” y la “p” y la “q”.
     
  17. Estrabismo o bizquera hacia fuera o hacia dentro.
     
  18. Se tapa o guiña un ojo de vez en cuando para ver mejor con el otro.
     
  19. Se acerca mucho al libro, teléfono móvil, tablet, ordenador o televisión.
     
  20. Déficit de atención y concentración o bajo rendimiento escolar.
     
  21. Mala coordinación entre ojos y mano. Por ejemplo, le cuesta atrapar una pelota.
     
  22. Sufre malestar, mareos o ve doble al visionar una proyección 3D.

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