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“¿Estamos abocados a una era de ceguera?”

En la primera línea frente a la pérdida de visión. Jacinto Zulueta, cofundador y Presidente de la Asociación Mácula Retina, nació hace 72 años en Barcelona y reside desde hace 20 en Sevilla, de donde es originaria su familia paterna. Fue diagnosticado con Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) hace ocho años. Estudió en las Universidades de Madrid y Turín (Italia) y se ha dedicado al mundo de las publicaciones y de la seguridad informática. Jacinto Zulueta, un referente para oftalmólogos, pacientes y familias en el avance continuo para combatir la ceguera.

–¿Cómo se avanza frente a la ceguera?

–Gracias al magnífico trabajo de investigadores y oftalmólogos hemos llegado a un mejor conocimiento de las enfermedades; tenemos más medicamentos y técnicas para tratarlas, instrumentos para diagnosticarlas. La prevención y la inversión en investigación son los instrumentos necesarios para avanzar en los objetivos que ha señalado la Organización Mundial de la Salud, el principal de ellos, evitar la ceguera evitable.

–¿La ceguera aumenta?

–La población mundial envejece y aumenta la miopía, la retinopatía diabética y la DMAE (degeneración macular asociada a la edad). Según la IAPB (Agencia Internacional de Lucha contra la ceguera) este crecimiento nos lleva a una nueva era de ceguera y discapacidad visual, lo que podría llevar a un triple aumento de la ceguera para 2050.

–¿Se han dado nuevos pasos en el ojo biónico?

–El éxito de los implantes cocleares para las discapacidades auditivas animó a los investigadores a desarrollar tecnologías para discapacidades visuales. Desgraciadamente, los resultados hasta la fecha no han sido tan efectivos. Se ha trabajado en implantes, como el Argus II y similares. Actualmente se busca que los nuevos implantes ofrezcan una mayor resolución y sean mínimamente invasivos.

–¿Otras líneas?

–Merece una mención especial la retina líquida artificial que se está experimentando en el Hospital italiano Sacro Cuore Don Calabria en la que una solución acuosa con nanopartículas en suspensión sustituye a los fotorreceptores dañados.

–Y ¿en terapias celulares?

–Hay avances muy importantes en el trasplante de epitelio pigmentario con ensayos clínicos en humanos y, en esa línea hay que congratularse con el trabajo que está realizando el equipo del Laboratorio de Degeneración de la Retina en el Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa (Cabimer), con su proyecto, que desde nuestra asociación hemos apoyado desde sus comienzos, para el trasplante de epitelio pigmentario de la retina cultivado sobre matriz de fibrina agarosa.

–¿Resultados?

–Hay ya resultados positivos de una prueba de concepto hecha con los clínicos del Hospital Universitario Virgen Macarena. Ahora se trata de realizar un ensayo preclínico de trasplante celular con el objetivo de avanzar hacia una futura terapia de sustitución del epitelio dañado por la degeneración. A medida que avanzan estos tratamientos con células madre, cualquier persona lo suficientemente sana como para soportar la cirugía tendrá la opción de leer, conducir y ver a sus nietos. Sonreír de nuevo.

–¿Se destinan suficientes recursos para investigar?

–Seguimos teniendo muchos casos de discapacidad visual debido a patologías que se pueden prevenir o curar. No se toma en cuenta el coste sociosanitario que suponen los casos de ceguera y de discapacidad visual. En 2021, la Junta de Andalucía ha destinado 6,1 millones de euros procedentes de fondos públicos y privados para proyectos de investigación en salud. Sería muy importante conocer, por ejemplo, los costes generados a consecuencia de la pérdida de productividad e invalidez y confrontar con los recursos que se dedican a investigación. Estoy convencido que estamos haciendo las cosas mal.

–¿Qué dificultades afrontan los pacientes con baja visión en la pandemia?

–Son muchas y de diferente tipo. En primer lugar, las que ya existían antes y que la pandemia ha agravado: la falta de autonomía, el temor y el dolor por la pérdida de la visión. Por otro lado, tenemos las debidas propiamente a la pandemia: la interrupción de los tratamientos y de las revisiones, su ralentización. Las revisiones durante los primeros meses de la pandemia se anularon, así como los tratamientos. Esto ha generado un agravamiento de las patologías con situaciones de pérdida grave e irreversible de la visión. También una mayor dificultad para que las personas con los primeros síntomas accedan al diagnóstico y al tratamiento o a las pruebas específicas.

Fuente: https://www.diariodesevilla.es/