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¿Es posible detener el avance de la miopía?

La palabra ‘pandemia’ ha cobrado un especial significado en los últimos meses. Pero, más allá del omnipresente covid-19, en nuestro entorno se están generando, mucho más silenciosamente, otras pandemias que nos asolan sin que a menudo seamos conscientes de ello. Es el caso de la miopía: según los resultados de un informe publicado por el Holden Vision Institute Brien, una de las instituciones oftalmológicas más prestigiosas de Estados Unidos, la mitad de la población mundial, unos 5.000 millones de personas, podría llegar a sufrir miopía en 2050. No es extraño, por tanto, que los profesionales de la salud visual ya estén empezando a hablar de ella como una de las pandemias del siglo XXI. Una pandemia que, además, parece estar afectando en mayor medida a los jóvenes, como se ha confirmado entre la juventud de China, Singapur y otros países asiáticos.

Ahora bien, ¿sabemos qué es realmente la miopía? “Se trata de un defecto refractivo que provoca que el ojo no sea capaz de enfocar objetos lejanos”, explica el doctor Nabil Ragaei Kamel, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Quirónsalud San José. Como consecuencia, añade, “la visión lejana se emborrona, mientras que se mantiene la visión próxima. Por eso, también se define al miope como ‘corto de vista”.

Esta dificultad para enfocar objetos lejanos es la clave, y nos da una pista para entender por qué cada vez hay más casos de miopía. Pensemos que la visión humana no está diseñada para las distancias cortas (nuestros antepasados miraban a lo lejos para cazar y para distinguir los frutos en los árboles), pero en las últimas décadas hemos comenzado a forzar la visión corta: pasamos muchas horas al día ante un ordenador y, lo que es más preocupante, cada vez más tiempo ante la pequeña pantalla de un móvil.

La miopía avanza porque, básicamente, nuestros ojos no están preparados para las necesidades visuales que actualmente requerimos en visión próxima. “Los estudios más recientes —subraya el especialista— nos llevan a pensar que el uso de móviles y ‘tablets’ desde muy jóvenes, así como el aumento de la exigencia académica a edades tempranas, podría provocar un aumento de la miopía”. No solo nuestros ojos tienen que estar haciendo constantes esfuerzos acomodativos para ver de cerca, sino que, también, cada vez se disfruta de menos actividades al aire libre. “Especialmente ahora, dada la situación extraordinaria que estamos viviendo por la aparición del covid-19, ha aumentado aún más el uso de dispositivos móviles y pantallas. Se usan para el estudio, el trabajo y el entretenimiento”.

Hasta hace poco tiempo, ante un sujeto miope, la mayoría de las pautas se limitaban a una corrección óptica ajustada: gafas, lentes de contacto, cirugía refractiva… Se trataba de ir vigilando la progresión en el tiempo, pero sin poder hacer nada por frenarla. Pero la situación ha cambiado, explica el especialista: “Dados los datos actuales de incidencia y progresión de miopía en nuestros jóvenes (y los mayores riesgos de patología asociada a la miopía en función del número de dioptrías creciente), cada vez se están realizando más estudios e investigaciones en busca de posibilidades terapéuticas que, además de corregir el defecto refractivo, frenen también su progresión”.

En este sentido, las investigaciones muestran la importancia del medio ambiente. “Parece ser que no solo la herencia genética influye en el desarrollo de miopía, sino también las condiciones ambientales. Se ha visto cómo hasta seis de cada 10 niños cuyos padres son miopes desarrollarán miopía si no realizan cinco horas mínimas de actividades al aire libre”, apunta el especialista. Aunque la causa por la que esto sucede aún no está claramente establecida, todo parece indicar que existe una relación directa con la exposición a la luz del sol, aunque también podría deberse a que en un ambiente al aire libre necesitamos un menor esfuerzo acomodativo para que el ojo pueda enfocar bien. La recomendación del especialista es que los niños realicen al menos 15 horas de actividades al aire libre a la semana.

Otra medida que se está investigando es el uso de gotas de atropina. Estudios con alta evidencia científica muestran que el uso de la atropina (fármaco anticolinérgico de aplicación tópica ocular) controla la progresión de la miopía. “Los oftalmólogos utilizamos este fármaco, o alguno de sus derivados, para dilatar la pupila y ver el fondo de ojo de nuestros pacientes, así como para objetivar defectos refractivos reales. El problema es que, a las dosis habituales, impiden la visión de cerca y suponen una molestia incapacitante en la visión”. Sin embargo, se ha comprobado que la atropina, a dosis hasta 100 veces inferior a la utilizada en consulta, es efectiva en el control de la progresión de la miopía y no genera estos incómodos efectos adversos.

No está claro el posible efecto rebote tras suspender su uso con el tiempo, pero parece que, a concentraciones tan bajas, la posibilidad de rebote en el aumento de miopía parece irrelevante. “En cualquier caso, es un tratamiento que debe ser pautado y vigilado por un oftalmólogo”.

Hay otras dos medidas que el doctor Ragaei destaca:

  • En primer lugar, la ortoqueratología (Orto-K). “Consiste en usar por la noche lentes de contacto rígidas permeables al gas. Se persigue un doble efecto: por un lado, su tecnología induce durante el sueño un moldeado corneal que hace que, cuando el paciente se retira la lente al levantarse, pueda ver bien sin gafas ni lentillas durante al menos las siguientes 12-15 horas (en función de la graduación previa). Por otro lado, puede conseguir que la miopía progrese entre un 40% y un 50% menos que si se usan gafas o lentillas convencionales”. Es decir, si lo esperable en un caso concreto era que la miopía aumentara en torno a una dioptría por año, se podría conseguir que solo aumentara 0,50 dioptrías en el mismo periodo.
  • Otra opción son las lentes de contacto blandas de desenfoque periférico. “Existen ya varios estudios publicados que afirman que, usando este tipo de lentes, la progresión de la miopía resultó un 59% menor que en el grupo de control que no las utilizaba. Asimismo, estas lentes de contacto están aprobadas por la Agencia Americana de Medicamentos (FDA) para su uso en el control de la progresión de la miopía”. Para conseguir este efecto, estas lentes deben utilizarse diariamente durante al menos 10 horas.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/