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Por qué hay que detectar el ojo vago antes de los seis años

La ambliopía, también conocida como ojo vago, es la disminución de la agudeza visual de un ojo respecto del otro sin una causa orgánica que lo justifique. Se calcula que afecta al 3% de la población y suele detectarse en la infancia. “Depende de la edad a la que sea detectado puede ser recuperable o no”, indica Pilar Gómez de Liaño, presidenta de la Sociedad Española de Estrabología y Oftalmología Pediátrica (Seeop).

Según Carlos Palomino, jefe del servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid,si no se trata de forma adecuada antes de los seis años es difícilmente recuperable. “Es necesario actuar antes de esa edad; una vez pasada es más difícil moldear la preferencia cerebral por la visión con un solo ojo”.

Carmen Navarro, directora del área terapéutica de Oftalmología de Novartis añade que durante los primeros seis años de vida (a veces llegando hasta los nueve) el sistema visual se desarrolla muy rápidamente. “Las conexiones entre el ojo y el cerebro son creadas durante ese periodo de crecimiento y desarrollo”, apunta.

Gómez de Liaño advierte que no se trata de un trastorno que pueda aparecer en edades intermedias, sino que está presente en el paciente desde el nacimiento. “Y si no se trata a tiempo, se perpetúa a lo largo de toda su vida”, resultando dificultosa o imposible su recuperación. “Por eso, es importante realizar revisiones con el especialista en oftalmología desde edades tempranas”, recuerda la presidenta de la Seeop.

Síntomas y señales de alarma

El jefe de Oftalmología de Quirónsalud comenta que es frecuente que los niños ambliopes tuerzan los ojos o el cuello para fijar la mirada. “Hay que tener especial atención con los niños con estrabismo. Si se observa que el niño no ve apropiadamente, aunque no tuerza la cabeza, se aconseja que se visite al oftalmólogo para una revisión y se observe la diferencia de capacidad visual que tiene entre los ojos”, apunta.

No obstante, no en todos los casos aparecen estos síntomas. “En niños muy pequeños es complicado detectarlo. Solamente la exploración oftalmológica te permite hacer el diagnóstico diferencial”, comenta Gómez de Liaño.

Opciones de tratamiento

Para tratar el ojo vago lo primero que va a hacer el oftalmólogo va a ser graduar al paciente, ponerle gafas y comprobar si a través de esa vía va mejorando la visión. Si mejora, se pautarán revisiones sin tomar otras medidas, pero si no, se comenzará un tratamiento específico.

Los especialistas consultados coinciden en que la principal fórmula a seguir es poner un parche oclusivo en el ojo con mejor visión que obligue a trabajar al ambliope, a la que se pueden añadir ejercicios de refuerzo. “Hay corrientes sobre tratamientos con ejercicios visuales para mejorar esta afección, pero eso no suele evitar la necesidad de la oclusión del ojo con mejor vista”, indica Palomino.

Gómez de Liaño afirma que también se puede penalizar al ojo bueno con una menor graduación en los cristales de las gafas, o con filtros que se pegan en el cristal y que impiden la visión, haciendo que el ojo vago trabaje con mayor intensidad. “Hay casos en los que el ojo está muy metido hacia dentro y hay que operarlo primero para ponerlo recto, pero es muy poco frecuente”.

La presidenta de la Seeop recalca que ninguna de estas vías sustituye al uso del parche. También puntualiza cómo ha cambiado esta terapia en los últimos años. “Antiguamente se hacía una oclusión total, constante, permanente y muy agresiva, pero los últimos trabajos publicados explican que con oclusiones menos intensas también se puede obtener buenos resultados”.

Es decir, en vez de tapar el ojo de forma continua, se ajusta un uso horario diario dependiendo de la gravedad de cada caso. “Cuanto más grave, más horas al día debe estar tapado”.

Fuente: https://cuidateplus.marca.com/