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¿Qué son las xantelasmas?

Los xantelasmas son pequeños tumores benignos, compuestos de ésteres de colesterol (grasa), que se forman bajo la piel de los párpados o alrededor de ellos, frecuentemente en la zona cercana al lagrimal. 

Hablamos de xantelasma unilateral si estas acumulaciones grasas se localizan en un solo ojo y de xantelasma bilateral cuando aparece en ambos. También pueden aparecer en otras zonas del cuerpo, como los codos, las rodillas o los glúteos (en cuyo caso reciben el nombre de xantomas).

Los xantelasmas son protuberancias de color amarillento que notarás más o menos duras al tacto. No revisten gravedad y, generalmente, no provocan molestias; únicamente representan una alteración estética. No obstante, pueden llegar a obstaculizar la visión si crecen e interfieren en el campo de visión. 

También debes saber que los xantelasmas no se reducen ni desaparecen por sí solos.

Se presentan con más frecuencia en pacientes adultos y ancianos. En muchas ocasiones, los xantelasmas pueden tener un origen desconocido (idiopático), aunque no siempre es así y también pueden ser indicativos de que tienes un alto nivel de colesterol en sangre. Esto puede ocurrir por diversos motivos, como hipercolesterolemia, diabetes o enfermedades como la cirrosis biliar. 

Además, algunos datos sugieren que los xantelasmas también pueden aparecer con mayor probabilidad si estás sometido a un gran estrés emocional.

Fuente: https://miranza.es/patologias/xantelasmas/

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Exoftalmos

Exoftalmos es el término que empleamos en oftalmología para definir los ojos que sobresalen de su posición normal, popularmente conocidos como “ojos saltones”. La exoftalmia también recibe el nombre de proptosis (en relación a la protrusión del globo ocular) y, aunque en principio puede parecer una patología banal, lo cierto es que puede esconder enfermedades potencialmente graves, como el hipertiroidismo o un tumor cerca del ojo. 

De forma contraria al exoftalmos, también existe el enoftalmos, cuyo aspecto es de “ojos hundidos”.

El exoftalmos no da síntomas oculares propiamente dichos (aunque puede llegar a provocar visión doble). Dado que la forma y tamaño de los ojos no son exactamente los mismos para todo el mundo, hay algunos aspectos a tener en cuenta a la hora de reconocerlo. Generalmente no es complicado distinguirlo porque los globos oculares de las personas que lo sufren sobresalen de manera muy llamativa. No obstante, para estar seguros y diferenciar unos ojos saltones no patológicos de un exoftalmos, debemos fijarnos en la cantidad de esclerótica (parte blanca del globo ocular) que vemos cuando el paciente se encuentra con los ojos abiertos. Si esta se aprecia en la parte de arriba del ojo, es decir, entre el párpado superior y el iris, estaremos ante un caso de exoftalmos.

El exoftalmos es un trastorno más común en mujeres –aunque también puede afectar a los varones– y hay diversas enfermedades y trastornos que pueden causarlo. La patología más común asociada a este problema ocular es el hipertiroidismo, una alteración endocrinológica caracterizada por el exceso de actividad de la glándula de la tiroides. Esto da lugar a una orbitopatía tiroidea que acarrea la proptosis del ojo. 

Otra de las causas frecuentes de exoftalmos es la enfermedad de Graves, que también acaba provocando hipertiroidismo. Asimismo, ciertas infecciones y lesiones oculares, hemangiomas intraoculares (crecimiento anómalo de vasos sanguíneos), algunos tumores y enfermedades como la sarcoidosis (que cursa con la inflamación de los ganglios linfáticos de pulmones, hígado, ojos, piel…) pueden dar lugar al desarrollo de un exoftalmos.

Fuente: https://miranza.es/patologias/exoftalmos/

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¿Qué es el entropión?

Un entropión es una patología ocular caracterizada por la rotación del párpado hacia dentro del ojo. Es el caso opuesto al ectropión, afección en la que el párpado gira hacia fuera de la superficie ocular.

Una mala posición de los párpados hace que estos no encajen correctamente a la hora de parpadear y surjan problemas de lubricación, ya que las lágrimas no pueden extenderse adecuadamente por el ojo. Además, en el caso concreto del entropión, hay que sumar el roce de las pestañas contra la córnea debido al giro del párpado.Si no se trata a tiempo, esta alteración puede causar lesiones corneales severas.

El entropión provoca una alteración en la forma normal del párpado y, más allá del problema estético que ello conlleva, puede ser responsable de molestias oculares, ojo seco, secreción mucosa (legañas), gran sensibilidad ante factores como la luz o el viento y, en último término, visión borrosa y problemas visuales. 

Por otro lado, el roce constante las pestañas con la superficie ocular puede hacer que experimentes incluso dolor y fotofobia y, en casos severos, llegues a tener úlceras corneales que pueden complicarse con perforación ocular.

Falta de tono muscular: es la causa más frecuente de entropión y se debe a la debilidad de los tejidos asociada al proceso de envejecimiento, ya que los tendones y músculos encargados de mantener los párpados correctamente colocados sobre el ojo pierden fuerza y tensión. 

Cicatrices: debidas a cirugías previas, quemaduras, traumatismos o ciertas enfermedades, pueden alterar la posición de los párpados sobre el ojo.

Procesos inflamatorios y estímulos irritantes de la superficie ocular: hacen que te frotes los ojos de manera vigorosa con la intención de aliviar las molestias, un gesto que puede provocar un espasmo en la musculatura palpebral y desencadenar un entropión espástico.

Fuente: https://miranza.es/patologias/entropion/

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Enoftalmos

El enoftalmos es una patología ocular causada por el desplazamiento del globo ocular hacia el interior de la cuenca del ojo, haciendo que este parezca hundido o más pequeño. Es justamente lo contrario del exoftalmos, también conocido como “ojos saltones” porque los globos oculares sobresalen de la órbita. Tanto los “ojos saltones” como los “ojos hundidos” pueden causar trastornos emocionales como depresión o falta de autoestima, en función de su severidad.

Más allá de la repercusión estética, el enoftalmos no da síntomas oculares o visuales propiamente dichos. Por su aspecto, este trastorno suele confundirse con el llamado falso enoftalmos, ocasionado por la caída de los párpados (ptosis palpebral), la disminución del tamaño del globo ocular (microftalmos), un exoftalmos en el ojo contrario (que hace que el sano parezca hundido) o el síndrome de Horner (lesión en los nervios faciales simpáticos que se caracteriza por las pupilas contraídas, párpado caído…), que hacen que el ojo parezca retraído, cuando en realidad no lo está.

  • Fractura orbitaria: la rotura de cualquiera de los huesos que conforman la cuenca del ojo es susceptible de provocar enoftalmos. Generalmente, estas fracturas se deben a un golpe o a una caída.
  • Cáncer de mama: un porcentaje variable de casos de cáncer de mama metastásico causan retracción y fibrosis de los tejidos orbitarios, dando lugar a enoftalmos.
  • Atrofia de la grasa orbitaria: el enoftalmos debido a la disminución de la grasa de este compartimento facial repercute en ambos ojos (enoftalmos bilateral) y es un fenómeno ligado fundamentalmente al envejecimiento o inflamaciones crónicas.
  • Traumatismo severo: un golpe fuerte en el ojo puede ocasionar un enoftalmos unilateral, que solo afecta a la zona que sufre el incidente.

Fuente: https://miranza.es/patologias/enoftalmos/

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¿Qué es el blefarospasmo?

El blefarospasmo es una alteración consistente en la contracción involuntaria tónica del músculo orbicular de los párpados y del complejo muscular de las cejas. Esto produce un cierre palpebral completo e intenso de duración variable. 

Puede tener una causa ocular y, por ejemplo, ser secundario a una lesión, solucionándose cuando se cura el problema que lo provoca. Sin embargo, también hay un tipo de blefarospasmo llamado “esencial”, cuando no encontramos una causa física que lo produzca.

Esta patología no debe confundirse con un “tic”, otra forma de movimiento involuntario de los párpados que también se debe a una contracción del músculo orbicular. Ahora bien, mientras que el tic es un trastorno leve y pasajero, el blefarospasmo es crónico y puede acarrear una importante afectación de la calidad de vida.

Generalmente, el blefarospasmo esencial comienza de forma insidiosa con un aumento del parpadeo, incrementándose su duración e intensidad y llegando a producir fotofobia, ojo seco e incapacidad para mantener los ojos abiertos. 

Suele empeorar por la tarde, por estrés y mientras estás escuchando o caminando. Por el contrario, disminuye al hablar, lo cual dificulta su diagnóstico.

A veces, se acompaña de espasmo en una zona de la cara (espasmo hemifacial).

El blefarospasmo es una enfermedad del sistema nervioso central que afecta principalmente a mujeres por encima de 50 años. Por lo general, es de origen desconocido, aunque algunas afectaciones oculares y factores emocionales pueden actuar como detonantes. 

Siempre resulta necesario hacer un estudio neurológico para descartar una causa orgánica que lo origine, por ejemplo, tumores, aneurismas u otras lesiones.

Fuente: https://miranza.es/patologias/blefaroespasmo/

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Blefaritis

La blefaritis es un problema muy común en las consultas oftalmológicas y consiste en la inflamación del borde de los párpados, localizada en la raíz de las pestañas y/o las glándulas que están justo por debajo de ellas, llamadas glándulas de Meibomio.

Estas glándulas producen una secreción grasa que sirve para que las lágrimas sean de buena calidad y no se evaporen en exceso, por lo que son una pieza clave para mantener la hidratación y el buen estado de la superficie ocular.

La blefaritis puede  ser una inflamación puntual o crónica y su gravedad varía mucho de una persona a otra. Hay casos en los que puedes no darte cuenta de que la tienes y la detectamos cuando te realizamos una exploración ocular completa. En otras ocasiones, produce molestias oculares de distinta intensidad, como exceso de lagrimeo, enrojecimiento, sensación de cuerpo extraño o arenilla, picor y, en casos severos, incluso fluctuaciones en la visión, sensibilidad excesiva ante la luz o dolor. 

Estos síntomas pueden ir acompañados de “caspa” o pequeñas costras en las pestañas, acumulación de grasa en el borde del párpado o presencia de orzuelos. Además, la blefaritis a menudo también se asocia con el ojo seco, ya que en más del 80% de los pacientes con sequedad ocular hay una disfunción de las glándulas de Meibomio.

Normalmente, la blefaritis  está ligada a un mal funcionamiento de las glándulas de Meibomio, así como a la proliferación de bacterias u otros microorganismos, como el ácaro Demodex, que se encuentran en la zona palpebral y pueden provocar una infección localizada.

En muchos casos, el origen de la blefaritis es desconocido, aunque es más probable que la padezcas si presentas los siguientes factores:

  • Edad avanzada
  • Alteraciones hormonales (por ejemplo, en la adolescencia o menopausia)
  • Enfermedades de la piel como la rosácea o la dermatitis seborreica

Por otro lado, si usas lentes de contacto demasiadas horas al día, trabajas con ordenadores o pasas mucho rato en ambientes secos con aires acondicionados en verano o calefacciones en invierno, también es más probable que empeoren los síntomas relacionados con la blefaritis.

Fuente: https://miranza.es/patologias/blefaritis/

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¿Qué es la ptosis palpebral congénita?

La ptosis palpebral o caída del párpado superior es un trastorno que puede ser adquirido por distintas causas o estar presente desde el nacimiento, en cuyo caso hablamos de ptosis congénita. Es la forma más común de esta patología en edad infantil, cuando es más importante tratarla para evitar que pueda suponer un obstáculo para el correcto desarrollo de la visión del niño.

La ptosis congénita puede presentarse en uno o ambos ojos.

El hecho de tener el párpado superior más bajo de lo normal no solo es un problema estético, sino que también tiene consecuencias visuales para el pequeño. Además de reducir el campo de visión de forma más o menos importante, si llega a cubrir parte de la pupila puede impedir que el niño reciba una estimulación visual adecuada durante los primeros años de vida, etapa clave en la que la visión todavía se está formando.

Por ello, es importante tratar la ptosis congénita de forma precoz, evitando, por ejemplo, que pueda desembocar en un  “ojo vago” que no ha aprendido a ver correctamente.

Además, a partir de cierta edad, esta malposición palpebral puede afectar a la autoestima y las relaciones sociales durante la etapa escolar.

En niños que nacen con ptosis, esta suele deberse a un problema relacionado con el desarrollo del músculo elevador del párpado durante la gestación. En casos menos frecuentes, también puede estar causada por una afectación del nervio que da movilidad a este músculo u otros trastornos neurológicos.

Asimismo, la ptosis congénita puede  formar parte de un síndrome, como el de Marcus-Gunn (elevación del párpado al mismo tiempo que se mueve la mandíbula)  o el de blefarofimosis (conjunto de malformaciones palpebrales).

Fuente: https://miranza.es/patologias/ptosis-congenita/

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Ambliopía u “ojo vago”

La ambliopía, conocida como “ojo vago”, es una disminución de la agudeza visual causada por un desarrollo anormal de la visión, debido a un trastorno de la estimulación visual a nivel cerebral. Es decir, se trata de un ojo que tiene capacidad para ver correctamente (está bien formado y las estructuras oculares se encuentran íntegras), pero no ha aprendido a ver porque no se ha estimulado de forma adecuada. 

La ambliopía es la causa más frecuente de pérdida de visión en niños y afecta a cerca de un 4% de los pequeños, aunque la pérdida de visión que provoca puede mantenerse durante la edad adulta si no le ponemos solución  a tiempo en la infancia.

Lo más habitual es que la ambliopía no se note porque el niño ve bien con un ojo, mientras que simplemente no utiliza el que es “vago”. Por ello, podemos decir que es una patología asintomática, que no suele diagnosticarse si no es con un examen ocular. De ahí la necesidad de que los niños acudan anualmente al oftalmólogo a partir de los 3-4 años.

El origen de la ambliopía es una degradación de la información visual que llega a la retina durante el periodo de desarrollo de la visión. Esto puede estar causado por:

  • Defectos refractivos como astigmatismo, hipermetropía o miopía en altas graduaciones o con diferencia de dioptrías entre ambos ojos.
  • Estrabismo, siendo el “ojo vago” un mecanismo de compensación para no ver doble debido a la desviación ocular.
  • Enfermedades como cataratas o ptosis congénitas, que impiden la entrada de estímulos visuales en el ojo afectado. 

Asimismo, algunos factores de riesgo que pueden aumentar las probabilidades de que el niño desarrolle una ambliopía son el hecho de tener antecedentes familiares, ser prematuro o haber nacido con bajo peso, sufrir algún retraso psicomotor o síndromes malformativos etc.

Fuente: https://miranza.es/patologias/ambioplia-ojo-vago/

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Defectos refractivos en niños

Los defectos refractivos son unos de los problemas de visión más comunes en edad pediátrica (afectan a 1 de cada 5 niños) y comportan mala visión por el desenfoque de los objetos en la retina, de modo que la imagen que llega al cerebro no es nítida.

  • Hipermetropía: el ojo del niño es más pequeño de lo habitual y los rayos de luz procedentes de los objetos se enfocan por detrás de la retina.
  • Miopía: ocurre lo contrario. Son ojos más grandes en los que el enfoque se produce por delante de la retina.
  • Astigmatismo: el ojo es ovalado en vez de esférico, y los rayos de luz se dispersan en varios puntos de foco.

Mientras que la hipermetropía puede desaparecer a medida que el niño crece y su ojo también lo hace, la miopía tiende a ir aumentando, pudiendo llegar a altas miopías que conllevan un mayor riesgo de complicaciones oculares. A su vez, el astigmatismo suele estar presente y mantenerse estable desde el nacimiento y, ante un cambio de graduación llamativo en la infancia o adolescencia, debemos sospechar de una patología llamada queratocono.

Si los defectos refractivos no se corrigen adecuadamente, sus consecuencias son especialmente perjudiciales en los niños, ya que la visión se desarrolla durante la primera década de vida de vida. Por tanto, si originan un ojo vago (supresión de la visión del ojo que necesita más graduación), es fundamental tratarlo a tiempo para que el déficit visual no se cronifique en la edad adulta.

La hipermetropía provoca visión borrosa de cerca y la miopía de lejos, mientras que el astigmatismo –que puede presentarse aislado o asociado a los dos anteriores defectos refractivos–, comporta desenfoque en todas las distancias.

Sin embargo, los niños no suelen quejarse de que ven mal y estos problemas pueden pasar desapercibidos y no recibir el tratamiento oportuno. Algunas señales de sospecha para padres, profesores o cuidadores pueden ser:

  • Molestias oculares: el niño se frota mucho los ojos, tiene exceso de lagrimeo, enrojecimiento ocular etc. como consecuencia del sobreesfuerzo para enfocar
  • Dolores de cabeza frecuentes: especialmente habituales al final del día o tras realizar los deberes u otras tareas de concentración.
  • Dificultades escolares o un bajo rendimiento escolar: problemas de lectoescritura, de memorización o de atención en el aula pueden estar relacionados con una mala visión.
  • Posturas inadecuadas: el niño ladea la cabeza, entrecierra los ojos, se acerca mucho al libro o a la pizarra etc. para intentar ver mejor.
  • Actitud retraída: la falta de relación con otros niños o el rechazo a ciertos juegos en el parque o en la hora del patio puede deberse a la inseguridad que provoca en el pequeño no ver bien.

Más allá de prestar atención a estas señales, es fundamental realizar revisiones oculares anuales a partir de los 3-4 años con el oftalmólogo pediátrico.

En los defectos refractivos influye el factor hereditario, por lo que si uno o ambos padres tienen miopía, hipermetropía y/o astigmatismo, es más probable que el pequeño también.

Por otro lado, el estilo de vida actual, con un menor tiempo al aire libre (menor uso de la visión lejana) y mucho rato frente a pantallas (exceso de visión cercana), está contribuyendo al aumento de la prevalencia de la miopía entre las nuevas generaciones.

Fuente: https://miranza.es/patologias/defectos-refractivos-en-ninos/

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Glaucoma congénito

El glaucoma es una enfermedad ocular generalmente derivada del aumento de la presión intraocular a causa de alteraciones en el sistema de drenaje del humor acuoso, un líquido incoloro que nutre la córnea y el cristalino. Este líquido se produce de forma constante y, cuando no se evacúa correctamente fuera del ojo, se acumula dentro del globo ocular, pudiendo provocar daños irreversibles en el nervio óptico si no se interviene a tiempo. 

Aunque suele ser una enfermedad especialmente común a partir de los 60 años, hablamos de glaucoma congénito cuando el paciente es un lactante o de glaucoma infantil cuando tiene menos de 3 años. Esta condición afecta a 1 de cada 10.000 recién nacidos en países desarrollados y puede darse en uno o ambos ojos, aunque lo más frecuente es que sea bilateral.

El glaucoma es una enfermedad ocular bastante difícil de diagnosticar tempranamente en adultos, ya que avanza de manera silenciosa y se manifiesta cuando ya hay secuelas visuales y se ha producido una pérdida de visión periférica importante. En el caso del glaucoma congénito ocurre algo similar, aunque hay algunos síntomas que nos pueden alertar de este problema, como un exceso de lagrimeo o el rechazo del niño a la luz. También son habituales anomalías en el parpadeo del niño, así como unos ojos muy grandes (buftalmos) o de diferente tamaño (megalocórnea y miopía).

No obstante, la sintomatología suele ser difusa y puede pasar desapercibida. Por este motivo, es importante revisar correctamente la vista del recién nacido y llevarle al especialista en caso de notar cualquier sospecha o anomalía, ya que la detección precoz es fundamental para evitar daños en el nervio óptico que resultan en una pérdida irreversible de visión.

El glaucoma congénito se debe a una lesión de nacimiento en el ángulo en el que confluyen la córnea y el iris, que es el canal de drenaje a través del cual sale el humor acuoso fuera del ojo.

Aunque hay un componente genético, la mayoría de los casos aparecen de forma esporádica. También puede estar relacionado con otras enfermedades oculares, como la catarata congénita, la aniridia (falta de desarrollo del iris) y la anomalía de Peters (malformación de la córnea y la cámara anterior del ojo), o bien asociarse a síndromes con malformaciones de otros órganos. En algunos casos, el glaucoma congénito puede ser secundario a traumatismos o infecciones durante el embarazo.

Fuente: https://miranza.es/patologias/glaucoma-congenito/