La ptosis palpebral o caída del párpado superior es un trastorno que puede ser adquirido por distintas causas o estar presente desde el nacimiento, en cuyo caso hablamos de ptosis congénita. Es la forma más común de esta patología en edad infantil, cuando es más importante tratarla para evitar que pueda suponer un obstáculo para el correcto desarrollo de la visión del niño.
La ptosis congénita puede presentarse en uno o ambos ojos.
El hecho de tener el párpado superior más bajo de lo normal no solo es un problema estético, sino que también tiene consecuencias visuales para el pequeño. Además de reducir el campo de visión de forma más o menos importante, si llega a cubrir parte de la pupila puede impedir que el niño reciba una estimulación visual adecuada durante los primeros años de vida, etapa clave en la que la visión todavía se está formando.
Por ello, es importante tratar la ptosis congénita de forma precoz, evitando, por ejemplo, que pueda desembocar en un “ojo vago” que no ha aprendido a ver correctamente.
Además, a partir de cierta edad, esta malposición palpebral puede afectar a la autoestima y las relaciones sociales durante la etapa escolar.
En niños que nacen con ptosis, esta suele deberse a un problema relacionado con el desarrollo del músculo elevador del párpado durante la gestación. En casos menos frecuentes, también puede estar causada por una afectación del nervio que da movilidad a este músculo u otros trastornos neurológicos.
Asimismo, la ptosis congénita puede formar parte de un síndrome, como el de Marcus-Gunn (elevación del párpado al mismo tiempo que se mueve la mandíbula) o el de blefarofimosis (conjunto de malformaciones palpebrales).
Fuente: https://miranza.es/patologias/ptosis-congenita/