Cada vez más personas en el mundo tienen problemas de visión de distinto tipo. La solución a este defecto cada vez más común es bastante simple y se reduce a tres opciones: utilizas gafas, operarte si existe la posibilidad o utilizar lentes de contacto, también conocidas como lentillas en algunos países como España.
Esta última alternativa es la que cada vez eligen más personas, aunque no es ni mucho la más cómoda. Eso no quita que millones de personas las elijan, aunque ¿las utilizan correctamente? Desde luego, parece que no. Estos son algunos de los errores más comunes que cometes a diario con tus lentillas, sobre todo en lo relacionado con la higiene.
1. Utilizar las lentes de contacto más tiempo del debido
Las lentillas tienen una fecha de “caducidad” asociada, aunque quizás no sea el término más correcto. Cuando superan su tiempo operativo, comienzan a ser incómodas y a deshacerse, aunque sea difícil de detectar. Esto puede provocar daños en tu ojo, como por ejemplo úlceras si la situación se prolonga demasiado.
Es probablemente el error más común al utilizar lentillas. Si ya las has llevado durante suficiente tiempo, cámbialas por otras.
2. Ignorar el malestar al ponértelas
Cuando comienzas a utilizar lentes de contacto, es habitual que tengas que tomar un tiempo para adaptarte a ellas. Ponértelas no siempre es fácil, e incluso puedes acabar colocándolas del revés. Eso provoca malestar en el ojo, pero no tiene por qué ser así.
Si no estás contento con la adaptación de la lentilla a tu ojo o te produce molestias, no te aguantes: ve a tu óptica y pide otras. Ten en cuenta que las lentes de contacto tienen cierta curvatura que puede no adaptarse a tu ojo y causar daños irreparables.
3. No renovar periódicamente el líquido
Lo normal y recomendable es depositar tus lentillas en una funda con solución salina o suero fisiológico. Se hace así para conservarlas en buen estado y libre de gérmenes. Ten en cuenta que cada cierto tiempo tienes que renovar por completo el líquido de tus lentillas, y cuando decimos por completo es por completo.
Hay gente que en lugar de vaciar, limpiar y volver al llenar el estuche, simplemente añade más líquido. Es un error de higiene con tus lentes de contacto que puede convertirlas en un criadero de bacterias.
4. Aguantar años con la misma funda
De la misma forma que es recomendable renovar el líquido cada poco tiempo, no es en absoluto aconsejable que te lleves toda la vida con la misma funda. Ten en cuenta que la mayoría está hecha de plástico, material que poco a poco se va degradando.
Con cambiarla cada año o cada seis meses debería ser más que suficiente.
5. Guardar las lentillas en agua
El agua es un líquido que está bien para fregar o para beber, pero no para guardar las lentillas que luego van a estar en contacto directo con tu ojo. Por pocas que sean, tiene algunas bacterias que pueden provocar infección si les das el caldo de cultivo adecuado.
El líquido de lentillas, por otra parte, está compuesto especialmente para que no se propaguen y crezcan dichos gérmenes.
6. Meterte en la piscina con las lentillas puestas
Si utilizas gafas de natación, ignora este consejo. Si no lo haces, mucho cuidado con meterte en la piscina con lentes de contacto. Las piscinas públicas son uno de los sitios más sucios que existen, aunque el cloro hace bastante para eliminar el problema. No obstante, no es suficiente.
Si te vas a bañar en una de ellas, un consejo de higiene necesario es que te las quites.
7. Ponerte las lentes de contacto después de maquillarte
Si vas a salir maquillada o maquillado de casa y no quieres utilizar gafas, está bien que te pongas tus lentillas, pero siempre antes de comenzar con el proceso de chapa y pintura. Si lo haces en orden contrario, puedes contaminar las lentes con restos de polvos maquilladores o lapiz de ojos.
Es suficiente con que una partícula roce la lentilla para que produzca malestar e incluso infección.
El glaucoma (presión intraocular elevada) tiene de bueno que no duele, pero es una trampa porque eso dificulta su diagnóstico, retrasa el tratamiento y aumenta las posibilidades de que se cumpla el peor de los pronósticos: desemboque en ceguera.
El 3% de la población española tiene glaucoma y, aunque puede aparecer a cualquier edad, es más habitual a partir de los 40 años y entre aquellos que tienen antecedentes familiares de la enfermedad. Junto con la diabetes (retinopatía diabética), es la primera causa evitable de ceguera en nuestro país, según indica la Sociedad Española de Glaucoma. La OMS, en su reciente informe sobre ceguera y discapacidad visual, también incluye a esta afección como uno de los principales responsables de la pérdida de visión.
Cuando una persona recibe el diagnóstico de glaucoma sabe que va a tener que seguir tratamiento de por vida
Cuando una persona recibe el diagnóstico de glaucoma, sabe que durante toda su vida va a tener que seguir tratamientos que ayuden a drenar el exceso de líquido acumulado en el interior del ojo (y que es el causante del aumento de la tensión): las gotas (de las que hay una extensa variedad de principios activos) son los más frecuentes, pero algunos pacientes requieren, además, recurrir al láser y a la cirugía.
Estudio oficial
Pero ¿y si los afectados pudieran prescindir del tratamientosin correr el riesgo de un empeoramiento de la enfermedad? Eso es precisamente lo que insinúa un trabajo de la Universidad de Washington, que ha contado con la financiación del Instituto Nacional del Ojo, perteneciente al INH de Estados Unidos.
En el año 1994, el Instituto Nacional del Ojo puso en marcha un estudio para determinar si en las personas con hipertensión ocular es imprescindible implantar el tratamiento farmacológico para impedir la progresión a glaucoma y ceguera. Entonces se incluyeron a 1.636 pacientes y, aleatoriamente, a la mitad se les administró un medicamento en gotas y la otra mitad solo controles periódicos. Para obtener resultados válidos era necesario un largo periodo de seguimiento, así pues, el tiempo de ensayo se prolongó durante 20 años.
Al cabo de siete años, todos los enfermos recibieron tratamiento médico. En esta última fase del estudio, los investigadores evaluaron qué pacientes desarrollaron glaucoma una vez concluida la etapa inicial. Los resultados del estudio, dirigido por Michael Kass, de la Universidad de Washington, se han conocido a través de la revista ‘JAMA Ophthalmology’, y demuestran que no siempre es tan urgente instaurar el tratamiento, debido a que alrededor del 25% de los participantes desarrollaron pérdida de visión por glaucoma en al menos un ojo, una tasa menor de lo esperado. Para el profesor Kass, con este resultado “ya sabemos que no todos esos pacientes necesitan tratamiento”.
Optimizar la terapia
Los autores del estudio argumentan que los fármacos para la presión ocular alta, además del coste económico, pueden tener efectos secundarios (dolor de cabeza, boca seca, somnolencia) y para las personas mayores puede resultar difícil echarse las gotas en los ojos.
Como explica el artículo de ‘JAMA Ophthalmology’, en la primera fase del estudio quedó claro que la incidencia de glaucoma se redujo significativamente en aquellos que recibieron tratamiento. “Demostramos que la terapia preventiva funciona claramente porque redujo la incidencia de glaucoma entre un 50% y un 60% a los cinco o siete años de comenzar con ella”, describe el autor principal. Sin embargo, “incluso con esa disminución sustancial, el número total de personas que desarrollaron glaucoma se mantuvo relativamente bajo. Por tanto, demostramos que el tratamiento es efectivo, pero también que no todas las personas con presión ocular alta necesitan medicamentos”.
De los participantes del estudio, el 46% tenía evidencia de glaucoma en uno o ambos ojos, pero solo el 25% había experimentado alguna pérdida de visión cuando se examinó 20 años después del comienzo del estudio.
Identificando riesgos
Después de esto, el propósito era buscar factores de riesgo para identificar qué pacientes necesitaban terapia para bajar la presión y en cuáles bastaba con el seguimiento. Los investigadores identificaron cinco factores (confirmados por el análisis de seguimiento), útiles para decidir la frecuencia con la que los pacientes deben ser examinados y si podrían beneficiarse del tratamiento preventivo. Estos factores son: la edad del paciente, nivel de presión intraocular, espesor de la córnea; una medida de la apariencia del nervio óptico y otra medida derivada de pruebas estándar de campo visual.
Según Kass, al valorar estas variables queda claro que muchos pacientes con tensión ocular alta pueden controlarse mediante revisiones periódicas y es posible que no requieran tratamiento. Así, médicos y pacientes pueden consensuar cuál es la mejor opción terapéutica para controlar esa hipertensión.
El trabajo también revela que los riesgos asociados a retrasar el inicio del tratamiento farmacológico son relativamente bajos, puesto que las personas asignadas al azar a controles en la fase inicial del estudio, antes de cambiar a las gotas para disminuir la presión más adelante, solo presentaron un riesgo ligeramente mayor de pérdida de la visión después de 20 años respecto a aquellas que usaron gotas para los ojos para bajar la presión desde el inicio.
“Podemos retrasar el tratamiento para reducir la presión hasta que se detecte un daño temprano, y no parece afectar negativamente los resultados a largo plazo”, concluye Michael Kass.
La medicina antienvejecimiento es una rama relativamente joven que en ocasiones ha sido frivolizada. Vista por algunos como un intento de mejorar no ya la salud sino la estética (algo lícito por otro lado) o con un componente elitista, lo cierto es que los avances en este campo pueden tener implicaciones muy importantes.
Así, y como hemos mencionado en este espacio en más de una ocasión, los criterios de excelencia que se siguen en la medicina antivenvejecimiento en relación con los marcadores biológicos hacen que esta aproximación sea un paso más allá en la prevención de las enfermedades más prevalentes. El enfoque en las intervenciones es, además, multidisciplinar, recurriendo a cambios en el estilo de vida y el uso de suplementación o fármacos cuando sea necesario.
En paralelo, el estudio de los procesos de envejecimiento a nivel celular está vinculado con los avances en la regeneración de tejidos, por ejemplo, a través de las células madre. Y es que, una vez comprendidos los procesos moleculares que hacen que envejezcamos, podemos diseñar intervenciones que nos permitan no solo parar, sino revertir los efectos del paso del tiempo.
Esto es posible gracias a la activación de procesos de reparación que deshacen el daño celular producido por el envejecimiento. El acortamiento telomérico, junto con procesos como la senescencia celular, el daño al ADN o las alteraciones en su metilación (epigenética), así como la disfunción mitocondrial, el estrés oxidativo o la inflamación crónica, contribuyen al mal funcionamiento de nuestras células y, por tanto, de nuestros tejidos.
Recuperando la visión
Un equipo de investigadores dirigido por David Sinclair, de la Universidad de Harvard, uno de los mayores investigadores en medicina antienvejecimiento, ha conseguido recuperar la visión perdida en ratones con daño en la retina, según su publicación en ‘Nature’. Lo consiguieron reseteando algunos de los miles de cambios que se acumulan en el ADN durante el envejecimiento. Para ello reprogramaron algunas células a un estado más joven, de manera que fueron capaces de reparar por sí mismas esos daños.
Hace poco hablábamos de los relojes de la vida y de cómo uno de los más prometedores en cuanto a su aplicación es GrimAge. Este reloj biológico se basa en la medición de las marcas que deja el paso del tiempo y nuestro entorno en el ADN, en forma de la llamada metilación. Este proceso puede ser reversible, como un interruptor que enciende o apaga ciertos genes y los activa o desactiva. Precisamente, Steve Horvath, el padre del GrimAge, es coautor del artículo.
Sinclair y su equipo se plantearon la pregunta de si sería posible resetear el epigenoma, revirtiendo los cambios producidos por el envejecimiento y llevando a las células a un estado más joven. Basándose en trabajos previos del investigador español afincado en EEUU Juan Carlos Izpisúa, usaron un virus como vector para introducir estas instrucciones en las células (algo parecido a lo que hacen algunas vacunas contra el covid-19, con el uso de un adenovirus para dar a las células la instrucción de generar anticuerpos contra el coronavirus).
Las técnicas de reprogramación celular pueden causar el desarrollo de tumores, un riesgo que se puede evitar eliminando un oncogén
Uno de los problemas con las técnicas de reprogramación celular es el riesgo de desarrollo de tumores o la muerte celular. Los cuatro genes, estudiados por Izpisúa, son los llamados factores de Yamanaka, capaces de reprogramar las células. El equipo de Sinclair encontró que el riesgo de cáncer se podía solventar excluyendo uno de los cuatro factores, que es un oncogén, e introduciendo únicamente los otros tres.
El modelo utilizado para probar esta nueva tecnología fue el de ratones con daño retiniano, en el nervio óptico o con un modelo de glaucoma, una de las principales causas de ceguera en humanos. Se inyectó en el ojo de estos ratones el virus que transportaba las instrucciones para que las células resetearan sus marcas epigenéticas. Y el resultado no pudo ser más sorprendente: se indujo la regeneración de nervios en la retina. Algo que ninguna terapia había conseguido anteriormente, y menos en ratones de avanzada edad. Esto se tradujo en una mejora de la capacidad visual de los ratones.
Una nueva esperanza
En los animales tratados, se observó un rejuvenecimiento según los marcadores epigenéticos, algo que también se pudo observar en células humanas in vitro. Esto abre una nueva esperanza para aquellas personas con pérdida de visión debido a degeneración retiniana. Pero el potencial es aún mayor. Las células regeneradas son las células ganglionares retinianas, que conectan la retina con el cerebro a través del nervio óptico. Existe la posibilidad de que esta tecnología pueda rejuvenecer otras células del sistema nervioso, pudiendo dar pie a terapias frente a las enfermedades neurodegenerativas.
Lo verdaderamente importante ahora es que esta técnica sea probada y testada, para conseguir trasladar su uso en humanos con seguridad. El potencial es enorme, ya que, si estos procesos de reprogramación celular demuestran ser seguros y efectivos, se podría abrir un nuevo campo en la medicina regenerativa y mejorar la función de tejidos afectados por el envejecimiento tales como el pulmonar, cardiaco o renal.
Creo que este ejemplo muestra con suficiente claridad cómo la medicina antienvejecimiento puede convertirse en una verdadera revolución. No solo podremos prevenir con más precisión y eficacia las enfermedades asociadas a la edad, sino que podremos contar con nuevas terapias en la medicina regenerativa que permitan rejuvenecer nuestras células y tejidos y devolver su función. Todo gracias a la investigación en este campo, y a los esfuerzos por detener, o revertir, el reloj biológico.
El estrabismo infantil, como el que se da en los adultos, es una patología que aparece cuando uno ojo está más o menos desviado, en cualquier dirección y en cualquier momento. Es decir, un ojo está recto y otro desviado. Algo que ocurre porque los seis músculos que rodean a cada ojo no trabajan como si fuesen un único equipo, aunque deberían. No enfocan el mismo objeto y, por tanto, se envían dos imágenes diferentes al cerebro, una por cada ojo. Un hecho que confunde al cerebro y que, en el caso de los niños, aprende a suprimir la imagen que proviene del ojo más débil. Por eso, si no se trata, este ojo nunca verá bien y puede haber consecuencias en la edad adulta.
Sobre estas consecuencias, todos los mitos que rodean esta patología y qué tratamientos existen, hemos querido hablar con el Dr. Javier Hurtado, especialista en oftalmología pediátrica y estrabismo de la Clínica Rementería, además de autor del libro El estrabismo infantil tiene cura. Muy pocos oftalmólogos se dedican a enderezar los ojos (la mayoría operan cataratas o miopía), pero él es uno de ellos. Ante la pregunta más clara, si el estrabismo tiene cura, su respuesta es rotunda: “sí, la cura más clara en los niños es que, con los tratamientos que ponemos, el cerebro consigue por fin unir las imágenes de los dos ojos”.
¿Qué consecuencias tiene si no le pongo remedio?
En primer lugar, el doctor nos informa de que “curar al estrabismo supone eliminar todo de golpe”. Es decir, el niño que tiene estrabismo mira solo con un ojo, por tanto, “apaga una parte del ojo desviado, deja de tener visión en 3D, calcula peor las distancias, además de un menor campo visual. Tiene riesgo de padecer ojo vago y un mayor riesgo de tener un accidente en cualquiera de sus ojos”.
Sabiendo entonces de dónde partimos, podemos decir que lo primero que hay que tener en mente para hablar de consecuencias es que “la mayor parte del cerebro va a tener algún tipo de implicación en la visión”. Por eso, un niño con dificultades visuales, tiene asociada una dificultad de aprendizaje. “Mayor o menor, pero la tiene”. Si el cerebro se implica en esta visión, el cerebro no ve bien y, por tanto, trata de adaptarse a todo, aunque ese todo sea erróneo. Dejar pasar el tiempo, como nos cuenta el doctor, “hace que el cerebro (que viene trabajando por error) se vuelva poco menos flexible y que la posibilidad de mejoría se reduzca”.
Tratamientos para corregir el estrabismo
Los tratamientos para corregir el estrabismo son, en realidad, bastante numerosos, “empezando por no hacer nada”. Como nos cuenta el experto, “hay estrabismos que se corrigen solos”. A partir de aquí, lo más importante para saber el tipo de tratamiento que aplicar en un niño es el grado de desviación de los ojos. Con él podremos decidir entre:
Usar gafas o lentillas. Muchos niños desvían los ojos hacia dentro y, si les ponemos gafas, dejan de hacerlo. Pero, si no se corrige del todo, podemos acudir a otro tratamiento posterior, incluso, una cirugía.
Usar gafas especiales con prismas.
Realizar ejercicios de gimnasia visual. Para nuestro experto, “hacer ejercicios visuales para mejorar los ojos torcidos es algo que entra dentro del sentido común. Si tienes un problema en el corazón, te recomiendan caminar. Si acabas de dar a luz, te piden reforzar o mejorar tu suelo pélvico. Es decir, casi todos los problemas musculares pueden rehabilitarse con ejercicios y el estrabismo no es una excepción”.
Tratar el ojo con toxina botulínica. Es un relajante muscular que actúa sobre el músculo más fuerte, es decir, el que tira de un ojo más fuerte que sus otros cinco compañeros musculares y produce la desviación.
Realizar una cirugía. “En general, se ha demostrado que la operación de estrabismo en los niños mejora la calidad de vida en general, además de cosas más concretas como la capacidad de ver en 3D o más generales, como el éxito académico, deportivo y mejores oportunidades laborales en el futuro”. Sin embargo, tampoco debemos olvidar que “la cirugía tiene tres riesgos: que no se consiga corregir la desviación de los ojos, desviando incluso el ojo en la dirección contraria, que vea doble o que le quede una cicatriz antiestética”.
El trasplante de córnea cada vez se está realizando en chicos más jóvenes.
El doctor Sergio Bonafonte, cirujano oftalmólogo, experto en retina y vítreo, y director del Centro de Oftalmología Bonafonte, explica que esto se debe fundamentalmente a dos situaciones.
Trasplantes de córnea en jóvenes
En unos casos puede ser por una enfermedad hereditaria llamada queratocono, por la cual la córnea se pone en forma de cono hacia adelante. Su evolución es progresiva y muchas veces requiere de un trasplante.
Otra de las situaciones que está haciendo que más jóvenes se sometan a un trasplante de córnea es por los efectos derivados de una cirugía refractaria al haber sido operados de miopías altas o córneas afinadas. Pero en general los candidatos a un trasplante de córnea son todas aquellas personas de cualquier edad con una córnea deformada por un traumatismo, un golpe, una calcificación anómala, una enfermedad hereditaria o por problemas derivados de una cirugía.
Realización de un trasplante
Los medios que se emplean hoy en día para efectuar un trasplante con garantías deben llevarse a cabo en un centro especializado y autorizado para ello. Las córneas proceden de donantes anónimos y se almacenan en bancos de córneas. El paciente es evaluado por un cirujano experto que realiza unos análisis y solicita la córnea al banco. Cuando el banco avisa de que ya está disponible, el paciente debe ser operado en uno o dos días para que la córnea esté en las mejores condiciones. Hoy en día los centros habilitados para ello ya tienen medios especiales para llevar los trasplantes a cabo. El trasplante puede durar una hora y se producen menos rechazos que en otros trasplantes porque la córnea no está vascularizada. Un 10% de los casos no son bien tolerados aunque en muchas ocasiones, gracias a los tratamientos y a la farmacología, la córnea se puede mantener.
Evolución de la cirugía
La cirugía del trasplante de córnea ha cambiado mucho en los últimos años. Hace un tiempo se cambiaba la córnea entera y en estos momentos lo que se hace son muchos trasplantes lamelares, es decir, que solo se cambia la parte anterior y posterior. En muchos casos no se hace trasplante sino que se lleva a cabo un refuerzo de la córnea aplicando una vitamina y un láser. En otras situaciones se ponen unos anillos de plástico alrededor de la córnea para que ésta se estructure, de manera que no siempre es necesario trasplantar.
Si piensas que los ojos azules o verdes se deben a que hay pigmentos de estos colores en el iris estás completamente equivocado, a diferencia de los tonos oscuros como el marrón o el negro, los tonos claros en nuestro iris son colores estructurales como ocurre con las plumas del pavo real o las burbujas de jabón.
Si tienes los ojos azules o verdes puede que tras leer este artículo sientas aún más fascinación por tu color de ojos, ahora bien si la naturaleza te ha dotado de tonos oscuros siempre puedes observar los de otra persona para ver si cambian de color en algún momento.
Pero vayamos por partes, los ojos no son azules o verdes porque en el iris tengamos células pigmentadas de estos colores, su color se debe a una cuestión estructural, que además implica cuestiones de física bastante interesantes sobre las ondas de luz.
Lo primero que debemos saber es que la parte coloreada del ojo se llama iris, y que está compuesta por dos capas de células: una fina capa llamada epitelio que va por detrás y otra capa más gruesa por delante llamada estroma.
El epitelio es muy fino, contiene pigmentos oscuros en tono negro-marrón, y aunque esté por detrás, cuando alguien tiene manchas oscuras en el iris en realidad estamos viendo su epitelio. En cambio, el estroma aunque sea más grueso está compuesto de fibras de colágeno incoloras.
Lo que ocurre es que a veces el estroma contiene pigmentos oscuros llamados melanina y también puede contener excesos de depósitos de colágeno. Pues bien, resulta que son estos dos factores los que influyen en tu color de ojos:
Ojos marrones, si tienes los ojos marrones es porque hay una gran concentración de melanina en tu estroma, que absorbe la mayor parte de luz que llega a tu ojo y le otorga este tono oscuro tan habitual.
Ojos verdes, son ojos cuyo estroma no contiene mucha melanina ni tampoco tiene depósitos de colágeno, por lo que parte de la luz que entra en el ojo es absorbida por los pigmentos, y otra parte es dispersada por las partículas del estroma creando un tono azul, el cual al combinarse con la melanina marrón da lugar al tono verde.
Ojos azules, su coloración es estructural, es decir, no depende de pigmentos ya que una persona con ojos azules tiene el estroma incoloro, sin pigmento alguno y sin excesos de depósitos de colágeno.
¿Y cómo se genera el color azul?, al ser un estroma traslúcido la luz entra y se dispersa, por un lado las longitudes de onda de luz más largas llegan casi invariables al epitelio, que las absorbe, en cambio las longitudes de onda de luz más cortas que son azules se reflejan y vuelven al aire libre, dotando al iris de ese tono azul tan atractivo.
Por tanto, los ojos azules o verdes no tienen un color fijo, sino que depende de la calidad y cantidad de luz que haya cuando los miramos. En física esto se conoce como efecto Tyndall, el mismo que por ejemplo nos permite ver esas motas de polvo flotando en el aire cuando entra la luz por una ventana.
Las teorías actuales apuntan a que todas las personas con ojos azules tienen un antepasado común que vivió al noroeste del Mar Negro, miles de años después esta mutación se ha ido dispersando por el mundo, siendo ahora un color de ojos muy frecuente en Reino Unido pero bastante exótico en España, tanto que algunos se plantean cambiar su color de ojos con láser.
Darse un golpe en el ojo es una lesión de lo más frecuente. Cada semana pasan por nuestras consultas oftalmológicas pacientes que han sufrido algún tipo de traumatismo en el ojo mientras trabajaban o practicaban algún deporte. Por si te ocurre alguna vez o te acaba de suceder, vamos a dar algunos consejos de primeros auxilios. En ningún caso estos consejos van a reemplazar la visita con el oftalmólogo, ante la duda siempre acudir al especialista.
Los accidentes más habituales ocurren por ejemplo con pelotas de tenis, balones, ramas de árboles o herramientas de trabajo. Los deportes de contacto como el boxeo y las artes marciales naturalmente también dan lugar a este tipo de lesiones. Algunos juguetes también son especialmente peligrosos, es el caso de las pistolas que disparan dardos Nerf o similares. A menos que se pongan gafas protectoras, más tarde o más temprano uno de estos dardos puede golpear el ojo o el área que rodea el globo ocular provocando: derrames, hinchazón, abrasiones, etc.
Tipos de golpe en el ojo
Los golpes leves en el ojo se suelen resolver sin mayores problemas, a menos que se produzca una lesión en la córnea o los párpados. En tales casos podemos tener molestias, lagrimeo, enrojecimiento. En cuyo caso recomendamos acudir al oftalmólogo por si las moscas. Si nos entra algún cuerpo extraño debemos evitar frotar los ojos porque puede empeorar las cosas. Hay que enjuagar el ojo y si las molestias persisten acudir al oftalmólogo.
Si hemos sufrido un fuerte golpe en el ojo y experimentamos síntomas como: dolor intenso, derrames oculares (sangre en la parte blanca del ojo), problemas de visión (borrosa, distorsionada, con manchas, con destellos), pérdida de visión, se nos inflaman los párpados, dolor de cabeza e incluso mareos debemos acudir a urgencias. Es importante que un oftalmólogo examine la lesión y examine el ojo para detectar si hay riesgo de desprendimiento de retina, glaucoma o algún otro problema de salud.
Golpe en el ojo de niños
Los más pequeños son muy vulnerables, están aprendiendo y la mayoría de accidentes les ocurren por despite, falta de coordinación o por no saber predecir lo que puede pasar. Es muy habitual que los niños se den golpes en el ojo. A veces por manipular objetos o juguetes que no son apropiados para su edad. Otras muchas veces es consecuencia de alguna pelea o algún juego.
Con menos de cinco años muchos niños no coordinan bien a la hora de atrapar los objetos que les lanzan. Si el objeto va en dirección al rostro, es bastante fácil que acabe impactando en el ojo. En la mayoría de los casos el problema se resuelve con un poco de hielo o quizás algún colirio. No obstante, si manifiesta síntomas como visión borrosa, pérdida de visión, dolor de cabeza, o hinchazón debemos acudir al médico lo antes posible.
Golpe en el ojo después de LASIK
Recibir un golpe en el ojo después de haberse operado con LASIK es preocupante para cualquier paciente. En este tipo de intervención levantamos una fina capa de tejido que luego volvemos a colocar y cicatriza en poco tiempo. El temor es que este colgajo se desprenda por el golpe, sin embargo una vez cicatrizado es poco probable y si ocurre el golpe habrá sido tan fuerte que seguramente haya dañado además otras partes del ojo.
Si se da el caso debemos acudir al oftalmólogo de urgencia para que evalúe la lesión. Si acudimos a las urgencias de un hospital o ambulatorio siempre debemos avisar que hemos sido operados con LASIK. No sería la primera vez que un médico de urgencias retira el colgajo porque no sabía que el paciente había sido operado mediante cirugía refractiva.
Los pacientes operados mediante otras técnicas técnicas de superficie como láser sin contacto o PRK no tienen este riesgo ya que no se crea un colgajo. Esta es una de las razones por las que a muchos deportistas se les aconseja operarse con técnicas de superficie.
El aire acondicionado es una tecnología estupenda para disfrutar de un ambiente fresco. Sin embargo puede afectar a nuestra salud ocular si no tomamos ciertas precauciones. A continuación comentamos los problemas que puede causar y qué hacer para evitarlo sin pasar calor.
Hoy en día disponemos de aire acondicionado en casa, en la oficina, en las tiendas e incluso en los transportes. Bajar la ventanilla del coche para muchos ya es cosa del pasado, ahora basta con ajustar el aire acondicionado. De hecho cada vez más modelos de vehículo permiten ajustar diferente temperatura para conductor y pasajeros.
Para evitar que estas comodidades afecten a nuestra salud debemos tener presente la importancia de la hidratación. Cuando aumentan las temperaturas es esencial mantener hidratado todo nuestro cuerpo, y en especial los ojos. La superficie ocular se lubrica y protege con una película lagrimal que se mantiene bien repartida gracias al parpadeo.
Esta película protectora atrapa los microbios y suciedad que llegan a nuestros ojos. Luego son barridos por el parpadeo para mantener una visión nítida. Cualquier alteración de la película lagrimal afectará a nuestros ojos, a la agudeza visual e incrementará el riesgo de sufrir infecciones como la conjuntivitis. Uno de los problemas más frecuentes es el síndrome de ojo seco, que provoca molestias oculares, problemas visuales y puede llegar a producir lesiones en la córnea y la conjuntiva.
Cómo evitar que el aire acondicionado afecte a los ojos
El aire acondicionado puede afectar a los ojos provocando molestias como: ojos rojos, sensación de cuerpo extraño, ardor, prurito y visión borrosa. Todos estos son síntomas de ojo seco y se dan con facilidad en estas dos situaciones:
Ambiente seco y con corrientes de aire, porque acelera la evaporación de lágrima.
Fijar la vista en una pantalla, un libro o la carretera, porque reduce nuestro parpadeo.
Para evitar que el aire acondicionado afecte a los ojos sigue estos sencillos consejos:
Evitar las corrientes de aire.
Hidratarnos con frecuencia.
Evitar la polución y el humo del tabaco.
Forzar el parpadeo si notamos los ojos secos.
Si fuera posible, humedecer el ambiente con humificadores.
Quizás debas reducir el tiempo de uso de las lentes de contacto.
Hacer un buen mantenimiento del aire acondicionado para evitar la proliferación de virus, bacterias y hongos.
Si a pesar de haber tomado estas medidas notas molestias oculares, lo mejor es acudir al oftalmólogo. Vistaláser cuenta con clínicas oftalmológicas en pleno centro de Granada, Málaga y Marbella.
Hoy toca hablar de instrumentos de exploración, qué utilizamos los oftalmólogos para diagnosticar. La verdad es que nuestro arsenal es amplio y muy tecnificado. Voy a intentar dar simplemente una visión por encima, porque hablar en profundidad de herramientas que en la mayoría de los casos no podéis probar ni ver en directo, puede ser tedioso.
La función visual
Lo primero y quizás lo más importante es establecer la función de los ojos, cuánto y cómo ven.
Agudeza visual
Para eso utilizamos los optotipos, que son diferentes símbolos (letras, números, dibujos, etc) de un tamaño dado a una distancia concreta. Tenemos que establecer el optotipo más pequeño que el paciente ve a una distancia determinada. Normalmente estudiamos cada ojo por separado, pero también es útil hacer el test con ambos ojos.
Se suele hacer con un proyector y una pantalla, aunque también hay paneles fijos. De este tema ya hablé en un artículo previo
Campo visual
La agudeza visual nos da una información muy concreta de cómo ve nuestro ojo en la parte central de nuestro campo de visión, pero no nos habla de cómo percibimos el resto del campo visual. Para eso tenemos la campimetría o perimetría. Actualmente casi siempre se hace la perimetría estática automatizada, que la realiza un aparato en el cual colocamos la cabeza. Delante del ojo a explorar se nos presenta una superficie de proyección (por ejemplo, una cúpula), y van apareciendo puntos de luz, en diferentes zonas del campo visual y con diferentes intensidades. Si vemos el estímulo luminoso, pulsamos un botón. Así el ordenador sabe qué puntos vemos y cuáles no.
De la perimetría ya he hablado en uno de los artículos sobre el glaucoma. El glaucoma es la enfermedad que más campos visuales demanda, pero también es una herramienta básica para enfermedades del nervio óptico o que afecten a la vía visual (por donde va la información desde los ojos hasta el cerebro). También es útil en muchas enfermedades de retina.
Otras pruebas de función visual
Las que he explicado son las principales, las que maneja todo oftalmólogo prácticamente a diario. Pero hay muchas más. Algunas también están disponibles en la mayoría de consultas oftalmológicas, como el test de Ishihara (las láminas de colores que se utilizan para la detección del daltonismo y otras anomalías de la percepción del color, como expliqué en otro artículo). Otras se realizan con los elementos habituales: test de visión binocular con el mismo proyector con el que tomamos la agudeza visual, test de fijación foveal con el oftalmoscopio, etc. Hay otras exploraciones que requieren su propio aparataje, como el test de sensibilidad al contraste.
Segmento anterior
Hay muchos aparatos que sirven para explorar la conjuntiva, córnea, iris, cristalino, etc.
Lámpara de hendidura
La herramienta básica del oftalmólogo. Para nosotros la lámpara de hendidura es como para los cardiólogos el fonendoscopio. Es un microscopio que nos permite ver a gran aumento las estructuras oculares. También sirve para ver el fondo del ojo.
Como le dediqué un artículo entero, tampoco voy a explicarlo otra vez. Sólo destacar que hay algunas exploraciones como la gonioscopia (que es la exploración del ángulo que hay entre el iris y la córnea) que se realizan con la lámpara de hendidura y una lente especial.
Topografía corneal
Un sistema que permite conocer en profundidad la forma de la córnea. Nos realiza análisis cuantitativos y mapas de curvatura, potencia, elevación, etc. Existen varios tipos de topógrafos. Algunos estudian la superficie anterior, otros analizan todo el espesor, y los más modernos utilizan ultrasonidos en vez de un sistema óptico para obtener información, así que además de topógrafos son auténticos escáners de la cámara anterior del ojo (córnea, iris, cristalino).
De la topografía hablé en la entrada del queratocono.
Queratometría
Consiste en averiguar la potencia dióptrica corneal. La córnea es una lente, y en función de su curvatura, será más o menos potente. Hace un tiempo, todo el mundo utilizaba queratómetros como este:
En la actualidad, en los centros con el aparataje más actualizado, las medidas de queratometría nos la dan otros sistemas, como el topógrafo que hemos mencionado arriba o el autorrefractómetro que explicaremos más tarde.
Tonometría
La medición de la presión intraocular es básico para el diagnóstico y seguimiento del glaucoma. Lo expliqué en esta entrada.
Paquimetría
Consiste en medir el espesor corneal. Es una prueba esencial antes de operar las dioptrías sobre la córnea. También es muy útil en el estudio del glaucoma, como expliqué en su momento.
Biometría
Realmente no es una exploración exclusiva de segmento anterior. Consiste en medir la longitud del ojo, desde el centro de la córnea hasta el centro de la retina (lo que se denomina longitud axial). Con los datos de esta longitud y los de la queratometría (la potencia de la córnea como lente) podemos estimar qué lente intraocular debemos utilizar para sustituir el cristalino en la cirugía de cataratas. Para la medición se pueden utilizar ultrasonidos o un sistema láser.
Refracción objetiva
También lo incluyo dentro del segmento anterior con peros. Los defectos de refracción del ojo es lo que la gente entiende por “las dioptrías”: averiguar si el ojo necesita corrección con gafas (o lentillas, o cirugía), y cuánta. Para ello tenemos una parte objetiva, en el cual un sistema nos cuantifica aproximadamente lo que el ojo necesita; y una parte subjetiva, en la que el oftalmólogo u optometrista prueba la graduación. Esa parte objetiva antes se realizaban siempre mediante unos sistemas de iluminación, en el que el oftalmólogo examina unos haces de luz en el fondo del ojo del paciente: se llama esquiascopia o retinoscopia. Actualmente esos métodos se reservan principalmente para cuando no podemos utilizar los sistemas automatizados (o cuando queremos comprobar la fiabilidad de éstos). Así, podemos obtener las dioptrías del ojo fácil y rápidamente mediante un aparato llamado autorrefractómetro. Como hemos dicho antes, estos aparatos pueden además informarnos sobre la queratometría.
Otros
Podríamos seguir hablando de más aparatos: microscopio confocal y especular, OCT de segmento anterior, biomicroscopía ultrasónica, etc. Pero no quier o aburriros.
Segmento posterior
La parte posterior del ojo engloba principalmente el vítreo y la retina.
Oftalmoscopio
Junto con los optotipos y la lámpara de hendidura, el oftalmoscopio es el instrumento básico del oftalmólogo. Aunque mejor debería decir los oftalmoscopios, porque hay varios sistemas diferentes. Todos sirven para obtener imágenes de fondo de ojo, de la retina. Aunque a veces podemos ver el fondo de ojo sin dilatar, es muy habitual que pongamos gotas para dilatar la pupila y así examinar mejor el interior del ojo.
Oftalmoscopio directo: es quizás el más conocido por el público general. Es un aparato pequeño, a veces portátil, que el médico se lo pone justo delante de su ojo, y se acerca al ojo del paciente para verlo. Se llama “directo” porque se ve la imagen directamente, sin invertir. La ventaja es que se aprende relativamente rápido a utilizarlo, es pequeño y manejable, y además relativamente barato. Lo usan los médicos de otras especialidades para ver el fondo de ojo. Curiosamente, los oftalmólogos jóvenes lo usamos poco.
Oftalmoscopio indirecto: Nuestro favorito. Consiste en una especie de casco con luz, con dos visores (uno para cada ojo del explorador), y además en la mano hay que tener una lente que se pone entre el casco y el ojo del paciente, con la que enfocamos. Como inconvenientes, se tarda más en aprender a utilizarlo, y además es más engorroso de transportar. Como beneficios, se ve mejor la retina porque al utilizar los dos ojos obtenemos una imagen tridimensional, y de campo mucho más amplio. En un rápido vistazo ves toda la parte central de la retina, a la vez. Y buscando el ángulo se puede explorar la periferia de la retina, cosa que con el oftalmoscopio directo no se puede. Por cierto, se llama indirecto porque la imagen que vemos está invertida.
En el artículo anterior estuvimos también hablando de ambos sistemas.
Otra variante del oftalmoscopio indirecto es la exploración de fondo de ojo mediante la lámpara de hendidura y una lente que también manejamos con la mano. Para ver el centro de la retina (mácula) es incluso mejor que el casco.
Retinógrafo
Simplemente es un oftalmoscopio, pero que realiza fotografías de lo que vemos. Los actuales están integrados con un ordenador, y las fotografías digitales se almacenan. Como tal no ofrecen una imagen mejor que la que obtenemos directamente con los oftalmoscopios convencionales; de hecho es peor ya que la imagen es plana, es más difícil variar el ángulo de visión para ver toda la retina, etc. Pero tiene como ventaja que al realizar fotografía digital, para realizar un seguimiento podemos comparar directamente imágenes a lo largo del tiempo.
Angiografía
Es parecido a una retinografía en el sentido de que son fotografías de la retina, pero se pone un contraste intravenoso y las imágenes se obtienen con filtros especiales para ver cómo se reparte por los vasos sanguíneos. El aparato que se llama angiógrafo, y suele ser a la vez retinógrafo. Puedes elegir hacer las fotos normales, en color, o bien con los filtros para las angiografías. En una entrada previa estuve enseñando varias angiografías.
Este ejemplo corresponde a una angiografía fluoresceínica (angiofluoresceingrafía o AFG), ya que el contraste usado se llama fluoresceína. Es con mucho a más utilizada, aunque también existe una modalidad diferente, la angiografía con verde indocianina. Sirve principalmente para explorar lo que hay detrás de la retina: la coroides.
Tomografía de coherencia óptica
Sus siglas en inglés son OCT. Tengo que confesar que me encanta este aparato. Permite tomar imágenes de alta resolución de la retina, pero no con la perspectiva de “vista de pájaro” desde fuera, como los demás instrumentos; es como si hiciéramos un corte de la retina, y lo pusiéramos al microscopio. Por ejemplo, esto se ve si cortamos la parte central de la retina al microscopio:
Los colores son artificiales en función cómo refleja el rayo láser la estructura de la retina por la que pasa, pero se ve muy bien el grosor y la forma de la retina, con precisión de micras. Con este sistema, podemos realizar diagnósticos certeros de enfermedades de retina que antes sólo podíamos establecer con un importante margen de incertidumbre.
En cuestión de luz el color importa, como ha podido comprobar Steven Lockley, neurocientífico de la Escuela de Medicina de Harvard (EE UU).
En 2003 quiso averiguar qué ocurría cuando se exponía a un grupo de sujetos a luz azul durante 6,5 horas, comparándolo con otros que pasaban el mismo tiempo en un entorno con luz verde, y resultó que la luz azul suprimía la síntesis de melatonina -la hormona del sueño- hasta dos veces más que la verde. Estos son algunos de sus efectos.
Insomnio. Si normalmente se nos empiezan a cerrar los ojos a las 11 de la noche, al permanecer expuesto a luz azul puede hacer que nos resulte imposible conciliar el sueño hasta pasadas las 2 de la madrugada, según demostraba en un experimento Steven Lockley.
Eleva la temperatura y mejora la memoria. Según ha comprobado el investigador de la Universidad de Montreal (Canadá) Gilles Vandewalle, la luz azul aumenta el ritmo cardíaco y eleva la temperatura. Y usando electroencefalogramas observó que cuando una persona se exponía a esta tonalidad de luz mientras realizaba tareas de memorización, la respuesta en áreas de la corteza frontal y parietal de su cerebro mejoraba.
Buena en el “cole” y en hospitales. De acuerdo con el cronobiólogo alemán Dieter Kunz, aumentando la cantidad de azul en la luz artificial podríamos incrementar el rendimiento y la capacidad de aprendizaje tanto en los colegios como en las oficinas y en otros lugares de trabajo en espacios cerrados. Incluso mejorar la salud de pacientes en hospitales. Paralelamente, ?reducir la exposición a luz azul en horario nocturno protegería a los trabajadores por turnos de enfermedades como el cáncer o los problemas cardiovasculares, además de reducir los problemas de insomnio en toda la población?, sostiene Kunz.
Anti jet lag. La luz azul se podría utilizar como terapia para poner en hora o reiniciar el reloj interno de personas que, tras un viaje que atraviesa varios husos o zonas horarias, sufren jet lag. Lo mismo se podría aplicar para estudiantes que trasnochan, astronautas en órbita en la ISS…
Para conducir. Un estudio reciente de la Universidad de Burdeos y el CNRS francés ha demostrado que para contrarrestar los problemas de somnolencia que aparecen al conducir en horario nocturno basta exponer a quien circula al volante a luz azul monocromática. De esta forma se reducen los fallos a la mitad, prácticamente lo mismo que tomando 400 mg de café, según revelaron los experimentos.
Sensibles por el ocaso. Que seamos tan sensibles a la luz azul tiene que ver con un fotopigmento llamado melanopsina que es especialmente sensible a esta longitud de onda (460-485 nm). Esta molécula presente en las células ganglionares fotosensibles de la retina (pRGCs por sus siglas en inglés) del ojo humano. De acuerdo con Russell Foster, una posible explicación es que estas células estén configuradas para detectar la luz de onda dominante al crepúsculo. “Durante el ocaso, el sol está cerca del horizonte y hay un relativo enriquecimiento de la luz azul en la cúpula del cielo porque las partículas de la atmósfera hace que las ondas de luz corta se dispersen más que el resto”, describe Foster.