El pterigion es un sobrecrecimiento de la conjuntiva (membrana que recubre la esclera, la parte blanca del globo ocular), de tal modo que “invade” la córnea (capa transparente que actúa como lente frontal del ojo). Suele tener un aspecto triangular y normalmente se produce en la zona nasal o interna del ojo, aunque también puede afectar a la zona temporal o a ambas a la vez.
Aunque se trata de una lesión benigna, su crecimiento progresivo puede hacer que aumente lo suficiente de tamaño como para llegar a interferir en la visión.
Especialmente en fases iniciales, puede que el pterigion pase desapercibido y no notes nada. Sin embargo, a medida que se desarrolla, está inflamado o la córnea adyacente se seca por mala distribución de la película lagrimal, es habitual que provoque molestias. También es frecuente la pérdida de agudeza visual cuando la invasión de tejido altera la curvatura de la córnea –provocando astigmatismo –, o llega a cubrir parcial o totalmente el eje visual.
La exposición a la radiación ultravioleta y los factores ambientales (ambientes secos, polvorientos…) son los principales factores de riesgo del pterigion. Por ello, la principal medida preventiva que recomendamos es proteger los ojos con gafas de sol en espacios exteriores.
Esta enfermedad es más frecuente en el ámbito rural que en el urbano y, por lo general, más común en climas cálidos, predominando en países comprendidos en el ecuador o cercanos a él.
La posibilidad de desarrollar pterigion también aumenta con la edad (aunque es más frecuente en grupos de población entre 20 y 50 años) y si padeces sequedad ocular crónica o inflamaciones conjuntivales de repetición.
Fuente: https://miranza.es/