La queratitis es la inflamación de la córnea, la parte frontal y transparente del ojo. Puede afectar solo a sus capas más superficiales o también a las más profundas, pudiendo llegar a provocar úlceras y cicatrices corneales que amenacen la visión. Por ello, es una patología que conviene diagnosticar y tratar a tiempo, a fin de evitar complicaciones y secuelas graves.
El enrojecimiento y el dolor ocular son dos síntomas que deben motivar tu visita de urgencias al oftalmólogo. Ante una queratitis, también es habitual que notes que el ojo te llora en exceso y que te molesta mucho la luz, además de pérdida de agudeza visual según el grado de afectación corneal.
La queratitis puede estar provocada por muchas causas distintas, distinguiendo dos grandes grupos:
- Queratitis infecciosas: debidas a bacterias, hongos, amebas, parásitos o virus (siendo uno de los más comunes el virus del herpes).
- Queratitis no infecciosas: ocasionadas por ojo seco severo, alteraciones en los párpados (como el lagoftalmos), reacciones alérgicas, exposición al sol, causticaciones químicas, ciertos fármacos como corticoides, enfermedades de la piel como la rosácea etc.
Uno de los principales factores de riesgo es el uso de lentes de contacto, sobre todo si no sigues las pautas de uso y medidas de higiene adecuadas, lo que aumenta las probabilidades de que sufras una infección corneal. Es el caso de la queratitis por Acanthamoeba, muy agresiva, que se da en un 80% de las ocasiones en portadores de lentillas (si te bañas con ellas, no las limpias y guardas con los productos adecuados etc.). Además, como medida preventiva básica tanto si eres usuario de lentes de contacto como si no, debes evitar tocarte los ojos sin haberte lavado previamente las manos. De esa manera, bajarán las posibilidades de sufrir queratitis.
Fuente: https://miranza.es/