Generalmente el paciente con astigmatismo tiene sensación de tener visión borrosa, sobre todo, de ver las imágenes con un reborde (como tinta corrida), puede ser en el plano horizontal, vertical u oblicuo. Suele tener signos de fatiga ocular y/o dolor de cabeza.
En cualquier caso, la única manera de saber ciertamente si uno tiene o no astigmatismo es a través de una exploración oftalmológica.
¿Qué enfermedades pueden causar astigmatismo?
El astigmatismo suele ser hereditario y se debe a un defecto de forma, normalmente, de la lente externa del ojo (la córnea). Esta alteración en la forma tiene un componente familiar importante y, además, hay otras enfermedades que pueden hacer que el astigmatismo sea progresivo, como el queratocono, frecuente en pacientes que se frotan los ojos, como los pacientes con alergia, enfermedades del colágeno como el síndrome de Marfan y Ehler-Danlos y también ocurre en personas con el síndrome de Down. Otra enfermedad que puede causar astigmatismo progresivo es la degeneración marginal pelúcida.
En pacientes operados de trasplante de córnea también podemos observar astigmatismos altos debido a la sutura.
¿Cómo se puede corregir?
La corrección del astigmatismo suele ser óptica en la edad infantil y juvenil, con gafas o con lentes de contacto (más difíciles de adaptar que en los pacientes sólo con miopía o hipermetropía).
Si el astigmatismo es regular, se puede plantear una cirugía con láser excímer a partir de los 21 años. Si el paciente tiene una córnea fina o el ojo muy seco disponemos de lentes intraoculares que lo corrigen desde hace unos años. Ambas técnicas con unos resultados excelentes.
¿Qué pasa si no se trata?
El astigmatismo es un defecto anatómico del ojo que rara vez se suele corregir por sí mismo. Por tanto, si no se corrige, suele dar signos de cansancio visual y también cefaleas.
De hecho y debido a la frecuencia del mismo, el neurólogo siempre deriva a los pacientes migrañosos al oftalmólogo para descartar dicha afectación.
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