Con la llegada de la primavera, estación en la que se manifiestan muchas alergias, el picor de ojos es un síntoma habituales. ¿Frotarse los ojos es peligroso?
Aunque no seamos conscientes de ello, el frotarse los ojos es un gesto casi programado por nuestro cerebro pero, como veremos a continuación, puede convertirse en un verdadero peligro y es una rutina que debemos evitar.
UN GESTO CASI AUTOMÁTICO
Al llevarnos los dedos o los nudillos a los párpados pretendemos calmar la sensación de quemazón que nos provoca el picor de ojos. Es cierto que, al frotarnos el perímetro de los ojos con insistencia, aumentamos la cantidad de lágrima natural de manera temporal, algo que nos podría causar un estado de alivio, pero es una acción que debemos evitar a toda costa.
Además de la interacción de las alergias ambientales en la irritación de algunas de nuestras mucosas (nariz, garganta, ojos…), la sensación de escozor o picor en los ojos puede estar debida a lo que se denomina “ojo seco” que suele estar producida por un esfuerzo visual (lectura en pantallas, leer con poca luz…), por la humedad relativa muy baja del ambiente (aviones, salas con aire acondicionado mal regulado…) o, en el peor de los casos, a consecuencia de alguna patología o síndrome relacionado con la falta de lubricación en la superficie del ojo (córnea/conjuntiva).
REDUCIENDO RIESGOS
Al frotarnos los ojos lo hacemos con las manos, los dedos o incluso los nudillos, sin tener en cuenta su estado de higienización, por lo que es un verdadero peligro el contacto directo con la mucosa de nuestros ojos, pudiendo provocar algún tipo de infección por los microorganismos (bacterias, virus, hongos…) que portamos en nuestras manos.
La solución más racional sería utilizar sobre nuestros ojos irritados unas gotas de lágrima artificial o, incluso, el lavado con agua fresca de nuestra cara, teniendo antes la precaución de desinfectar correctamente nuestras manos.
Como medida inmediata, es aconsejable aumentar voluntariamente el parpadeo: es la manera de estimular a nuestras glándulas lacrimales para que incrementen su secreción sobre la superficie de nuestros ojos.
LOS PELIGROS DE FROTARSE LOS OJOS
Estos son los riesgos más habituales cuando involuntariamente nos llevamos las manos sobre nuestros párpados para intentar calmar la picazón de los ojos:
Infecciones
Al frotarnos los ojos con las manos o alguna de sus partes, transportamos hasta su superficie, al párpado y a la piel circundante, todos los gérmenes que tenemos en las manos. Las manos están protegidas contra estos gérmenes a causa de la propia piel y sus secreciones, pero no sucede lo mismo con los ojos, cuya protección es inferior y puede llegar a convertirse en una vía de entrada de agentes patógenos en el organismo. Además, las infecciones se pueden producir directamente en el ojo, siendo la más común de todas la conjuntivitis. En algunos informes médicos se ha prevenido sobre una posible forma de contagio del COVID-19 a través de la mucosa ocular.
Lesiones en la superficie
Al frotarnos ejercemos fuerza y presión contra la córnea y, aunque lo podamos hacer con delicadeza, es peligroso ya que en el caso de que haya algún cuerpo extraño en la superficie del ojo (desde arena y polvo a, incluso, una pestaña propia o un insecto que haya podido entrar por accidente), al ejercer esta presión y frotamiento lo rasparemos contra la superficie del propio ojo, lo que podría llevar a la lesión de la córnea y dañar tanto el ojo como la vista en general.
Deformaciones y queratocono
Al ejercer presión sobre los ojos se puede llegar a deformar la superficie ocular y, en concreto, la córnea, produciendo lo que se conoce como queratocono, una enfermedad que puede implicar problemas de visión importantes.
Ojos rojos y derrames
Al frotarnos con insistencia podemos romper alguno de los capilares que riegan el tejido ocular: esto provoca un enrojecimiento de la esclerótica, además de llegar a producir un derrame ocular que se apreciará como una mancha roja en el ojo.
Empeora las arrugas del entorno del ojo
La piel, tanto del párpado como de la zona circundante, es especialmente fina, por lo que resulta muy sensible a este tipo de presiones y, en consecuencia, aumenta la aparición de arrugas y la profundidad con la que estas se pueden apreciar a simple vista.
Especialmente peligroso para la glaucoma
El frotamiento de los ojos implica aumentar la presión en su interior, lo que puede empeorar la situación de pacientes con glaucoma o que, simplemente, presentan una tensión ocular elevada.
¿Y QUÉ HAGO SI ME PICAN?
Aunque resulta deliberadamente esquemática, la única respuesta es: no frotárselos, al menos de manera voluntaria. Es una cuestión de hábitos y, reprimir el gesto de llevarse las manos a los ojos, debemos controlarlo de manera contundente.
Es importante parpadear de manera frecuente (sobre todo cuando estamos delante de una pantalla) de manera casi programada: lo terminaremos convirtiendo en un automatismo involuntario.
Por muy poco dinero podemos adquirir en cualquier farmacia ampollas monodosis de lágrima artificial para poder usarla cuando sea necesario. Una solución temporal podría ser emplear suero fisiológico que, aunque no está tan indicado para la lubricación del párpado como la lágrima artificial, al menos nos calmará de forma temporal y limpiará la superficie de la conjuntiva del ojo.
También debemos adquirir la costumbre de lavarnos con agua abundante cuando percibamos que nuestra irritación es consecuencia de polvo, polen o cualquier tipo de cuerpo extraño que haya entrado en contacto con nuestros ojos.
Fuente: www.sportlife.es