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¿Qué son los traumatismos oculares?

Los traumatismos oculares representan prácticamente la mitad de las urgencias oftalmológicas y pueden afectar a cualquier estructura ocular (párpados, córnea, cristalino, retina, nervio óptico, órbita…), requiriendo un manejo especializado en cada caso. Su gravedad puede ser muy variable, desde pequeñas erosiones o rasguños en la superficie del ojo, hasta daños que pueden comprometer la integridad de este órgano y la visión. 

En general, podemos distinguir dos grandes grupos de traumatismos oculares:

  • Lesiones mecánicas: ya sean cerradas, como contusiones, o heridas abiertas, que pueden deberse a un cuerpo extraño que penetra en el globo ocular e, incluso, lo perfora o provoca su estallido.
  • Lesiones no mecánicas: como quemaduras químicas (causadas, por ejemplo, por productos de limpieza) o traumas lumínicos o eléctricos (producidos por la radiación ultravioleta, láseres, rayos…)

Los síntomas pueden ser muy variables en función del tipo de lesión y de su localización, teniendo en cuenta que las heridas más llamativas no necesariamente son las más graves. Por eso, en caso de traumatismo, es importante que acudas al servicio oftalmológico de urgencias, donde un especialista te realizará un examen ocular completo para determinar el verdadero alcance del daño y orientar el tratamiento de la forma más precisa.

La principal preocupación ante un accidente que afecte al ojo es que deje secuelas en la visión. De hecho, los traumatismos oculares son la principal causa de pérdida de agudeza visual en jóvenes y se estima que más del 25% de los casos graves pueden desembocar en ceguera. Sin embargo, el hecho de que al producirse la lesión todavía se conserve parte de la nitidez y no haya desprendimiento de retina ni perforación, rotura o infección severa del globo ocular, son factores alentadores para un mejor pronóstico visual final si realizamos una intervención precoz y experta.

Fuente: https://miranza.es/