Las alteraciones cerebrales propias del Alzheimer, la esclerosis múltiple o el Parkinson se reflejan también en los ojos. La retina ofrece la oportunidad de explorar de forma no invasiva estas enfermedades y, en el futuro, adelantar su diagnóstico.
Una persona acude a la consulta del oftalmólogo, quien le hace una exploración ocular completa con distintas técnicas y, en vez de informarle sobre su salud ocular, le comunica que en unos años padecerá la enfermedad de Alzheimer. ¿Es posible? Aunque todavía no es una realidad en la práctica clínica, constituye una línea de investigación muy prometedora. Las patologías neurodegenerativas producen alteraciones cerebrales que son difíciles de valorar, pero también dan lugar a cambios en los ojos que son mucho más accesibles.
En el ojo está la retina, que presenta similitudes embriológicas, anatómicas y fisiológicas con el cerebro. De hecho, según explica Ignacio Alcalde, investigador principal del proyecto de investigación en Biología Celular e Inervación de la Superficie Ocular del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, “la retina forma parte del sistema nervioso central (SNC), igual que el cerebro, y como tal está también sujeta a sufrir procesos degenerativos”. Lo más importante es que presenta una ventaja fundamental: “Esta pequeña parte del SNC es fácilmente accesible con métodos de imagen no invasivos a través de la pupila del ojo”.
Adelantar el diagnóstico del Alzheimer
En general, se considera que las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o el Parkinson, aparecen en personas de avanzada edad. “Sin embargo, cada vez tenemos más evidencias de que se inician muchos años antes y de que el deterioro neuronal avanza silenciosamente hasta superar la capacidad de plasticidad del sistema nervioso, momento en el cual la enfermedad se manifiesta como demencia o defectos motores”, expone Alcalde. Y cuando empiezan a producirse esas alteraciones, “de la misma manera que las lesiones nerviosas se acumulan silenciosamente en el cerebro, también aparecen en la retina”.
Con la ayuda de aparatos ópticos se podrían “advertir lesiones en la retina con un examen oftalmológico rutinario, esclarecer su origen y preguntarnos por una posible relación con enfermedades neurodegenerativas del SNC”, precisa el investigador. De esa manera, “la detección temprana de signos degenerativos, antes de que aparezcan las primeras deficiencias cognitivas o motoras, aumentaría la eficacia del tratamiento”.
En la actualidad existen múltiples equipos de investigación de diferentes países que exploran el potencial de la retina como ventana para la detección precoz y el estudio de la evolución de patologías como el Alzheimer, el Parkinson o la esclerosis múltiple.
El proyecto liderado por Alcalde y desarrollado en colaboración con la empresa de tecnología Izertis se basó, en una primera fase, en la utilización de técnicas de imagen no invasivas combinadas con inteligencia artificial para identificar lesiones de la retina relacionadas con enfermedades neurodegenerativas y neurológicas. “Su periodo de ejecución transcurrió entre el 1 de enero de 2019 y el 31 de diciembre de 2020 y se vio afectado por las restricciones relacionadas con la pandemia de Covid-19 a partir de marzo de 2020”, señala. A pesar de ello, “se pudo realizar un estudio preliminar en un número pequeño de pacientes con enfermedad de Alzheimer que nos permitió identificar determinadas alteraciones morfológicas en la retina semejantes a las lesiones de la forma seca de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), pero con algunas diferencias topográficas que podrían tener valor como marcadores de Alzheimer”.
Una vez concluido este primer estudio, el equipo del Instituto Fernández-Vega ha seguido trabajando tanto en el estudio de pacientes de Alzheimer cuando surge la oportunidad como en la investigación básica de las lesiones oculares producidas por las enfermedades neurodegenerativas.
Fuente: https://cuidateplus.marca.com/